Entre 1976 y 1983, el país vivió una de sus épocas más oscuras, la última dictadura cívico militar. La represión ilegal, los secuestros y las torturas marcaron a fuego a la sociedad: 30.000 personas están desaparecidas, víctimas de un régimen despiadado.
En el conurbano bonaerense, lugares como la Mansión Seré en Morón, El Pozo de Banfield en Lomas de Zamora, El Pozo de Quilmes en Quilmes y “El Infierno” en Avellaneda fueron centros clandestinos de detención donde se violaron de manera sistemática los derechos humanos.
Hoy, estos sitios son espacios de memoria, verdad y búsqueda de la justicia, para que como pueblo no olvidemos lo que pasó, para que no pase nunca más.
La Mansión Seré, donde el lujo se convirtió en tortura
En el partido de Morón, el predio de 11 hectáreas, aparente elegante residencia conocida como Mansión Seré fue convertida en centro de detención y tortura donde cientos de personas pasaron por sus oscuros pasillos entre 1976 y 1978. La casa, rodeada de jardines y ubicada en una zona apacible, ocultaba los horrores que ocurrían en su interior.
En 1949 fue vendida al Instituto de Previsión Social y, a mediados de 1976, entregada en comodato a la Fuerza Aérea Argentina para el alojamiento de su personal. «Según el testimonio de sobrevivientes, familiares y vecinos pudo saberse que para febrero de 1977 ya había personas secuestradas y el lugar fue rebautizado por los miembros de la patota como Atila. La casona de estancia tenía dos pisos, con sótano y techo a cuatro aguas», detallaron desde el archivo de la Comisión Provincial de la Memoria.
La “mansión” fue dinamitada y demolida para borrar los rastros del horror y el exterminio. “Sobre los restos de los cimientos se instaló una cancha de fútbol que funcionó hasta el 2002. Ese año se iniciaron los trabajos de excavación, a partir de los cuales se pudo reconstruir el perímetro exterior de la estructura y la distribución de recintos internos que reflejaban la organización de la planta baja del edificio, incluido un sótano. Al mismo tiempo, se recuperaron objetos pertenecientes a la casa como pisos, mayólicas, maderas, fragmentos de paredes y metales” , agregaron.
El 22 de marzo de 2013 se inauguró en el predio el Espacio Mansión Seré – @espaciomansionsere -, que contiene los restos del que fue el centro clandestino de detención más emblemático de la zona oeste bonaerense.
Desde el proyecto organizan visitas guiadas, talleres de construcción de memoria y de promoción de los derechos humanos para escuelas, instituciones, grupos y organizaciones sociales. A su vez, en la Casa de la Memoria y la Vida se ofrecen eventos culturales como charlas, debates, presentaciones de libros, proyecciones audiovisuales, muestras fotográficas, de pintura y esculturas. En 2015 fue declarado como Lugar Histórico Nacional.
La memoria colectiva de la Mansión Seré está marcada por los relatos de quienes sobrevivieron y de los familiares de los desaparecidos que todavía luchan incansablemente por un pedido de justicia. Cada rincón es testigo de la barbarie que los genocidas llevaron adelante. Y, en los ojos de quienes visitan el espacio, el recuerdo de las víctimas y el compromiso con la memoria se renuevan constantemente.
El Pozo de Banfield, recorrido por la verdad
El Pozo era una dependencia de la policía de la provincia de Buenos Aires, en el partido de Lomas de Zamora. Allí funcionó un centro clandestino de detención, tortura y exterminio y una maternidad clandestina entre 1974 y 1978, donde estuvieron detenidas ilegalmente alrededor de 350 personas.
Durante su funcionamiento se tiene registro de que pasaron 30 mujeres embarazadas. Entre septiembre de 1976 y diciembre de 1977, nacieron al menos ocho bebés, de los cuales cinco recuperaron su identidad.
«Realizamos recorridas durante marzo en particular y luego todo el año. Un circuito de Turismo Lomas que acerca a la ciudadanía a comprender el pasado reciente con el objetivo de seguir forjando memoria y conciencia social en relación a los hechos ocurridos durante la última dictadura cívico-militar en nuestro país» , señalan desde el organismo local.
Desde el 30 de agosto de 2006 el lugar se conformó como espacio para la memoria, promoción y defensa de los derechos humanos -@espaciopozobanfield-. Ofrece visitas guiadas con reserva previa en espacio.ex.pozo.banfield@gmail.com , actividades culturales que conmemoran el aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo y la Noche de los Lápices, el 16 de septiembre. También se desarrollan tareas de investigación y conservación.
«Cabe destacar que el ex Pozo, hoy reconvertido en uno de los espacios de Memoria más importantes de Argentina, resulta fundamental para el fortalecimiento de nuestra joven democracia. Por eso, el predio está en movimiento permanente con presentaciones de libros, muestras culturales, música y teatro en vivo y la posibilidad de terminar los estudios secundarios mediante el Plan Fines» , enumeraron.
Este sitio ha sido resignificado como un espacio de homenaje a quienes padecieron el terrorismo de Estado. Recorrer sus instalaciones permite comprender la magnitud de lo sucedido, honrar a las víctimas y reforzar el compromiso de nunca más.
Caminar por pasillos cargados de silencio y significado, donde fotografías, testimonios y objetos recuperados narran historias de lucha y resistencia. Cada rincón evoca recuerdos, transformando el dolor en conciencia y aprendizaje.
El Infierno de Avellaneda y el sector 134
Una edificación que guarda cicatrices imborrables del pasado reciente argentino a pocas cuadras del riachuelo. Conocido como “El Infierno”, este ex centro clandestino de detención se transformó en un espacio para la memoria, donde la historia se honra con reflexión y justicia. Y se enfrenta a una realidad que marcó a generaciones.
Cuenta con visitas guiadas por habitaciones que fueron testigos del horror. Fotografías, relatos y diferentes elementos valiosos reconstruyen episodios que resisten al tiempo. Este espacio no es solo un museo. Es un llamado a la responsabilidad histórica, a desafíar al olvido, convirtiéndose en un puente entre el pasado y el presente, para construir un futuro más justo. Visitarlo informa y transforma porque es un acto de memoria activa, una promesa de que el sufrimiento de las víctimas no quedará en el silencio. Es, finalmente, un recordatorio de que la justicia se construye cada día para mantener viva la historia.
Las investigaciones del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) permitieron determinar que los restos de algunas de las víctimas de esos fusilamientos ilegales pasaron por “El Infierno” y fueron ingresados como NN en el sector 134 del Cementerio de Avellaneda: una de las fosas clandestinas más grandes del país, donde fueron hallados más de 336 cuerpos.
El sector 134 actualmente se llama Camino del Desaparecido. Está señalizado y forma parte de un recorrido histórico que ofrecen las guías de Turismo Avellaneda -@turismomda-.
El circuito incluye tres puntos dentro del cementerio que fueron protagónicos durante la última dictadura «El equipo comenzó en octubre de 1986 a trabajar en el sector 134 del Cementerio de Avellaneda por orden de la justicia para buscar los restos de Rafael Perrota, director del Diario El Cronista Comercial, quien fue secuestrado en 1977. Se trabajó en un área de 2 metros cuadrados. No se encontró el cuerpo de Perrota, pero sí los de otras 11 personas». , contaron desde el equipo.
El Equipo Argentino de Antropología Forense retomó su trabajo allí en 1987. Esta vez por orden judicial, buscaron el cuerpo de María Teresa Cerviño. Los resultados fueron el hallazgo de la fosa común más grande conocida hasta la actualidad en Argentina. Además, la investigación pudo establecer una conexión entre el Pozo de Banfield y El Vesubio, en La Matanza.
El Pozo de Quilmes, una herida abierta
En la esquina de las calles Garibaldi y Allison Bell funcionó la Brigada de Investigaciones de Quilmes, perteneciente a la Policía de la provincia de Buenos Aires. Entre 1975 y 1979 el predio fue utilizado como centro clandestino de detención.
Dentro del circuito de centros clandestinos de la Provincia, conocido como Circuito Camps, el Pozo de Quilmes cumplió funciones específicas. Como lugar de obtención de información, allí se decidió sobre el destino de cada detenido-desaparecido: el traslado final (asesinato) o la “legalización”, cuando las víctimas eran trasladadas a la comisaría y luego enviadas a algún penal.
«Realizamos visitas guiadas de práctica-teoría-práctica. Tenemos tres grupos: uno de instituciones y organizaciones sociales, otro grupo que es coordinado por docentes mujeres para estudiantes secundarios, y otra recorrida que hace la Comisión Provincial de la Memoria», especificó Hugo Colaone, subsecretario de Derechos Humanos de Quilmes.
Aproximadamente más de 260 víctimas fueron secuestradas allí. Entre ellas había niños, por lo menos siete mujeres embarazadas y también ciudadanos extranjeros: más de 30 uruguayos. “Visitamos las celdas donde pasaron sus días, la sala de tortura y contamos algunas historias de vida sobre los detenidos-desaparecidos y los sobrevivientes” , relató Colaone.
La visita comienza en el garaje, que tiene una capacidad de 80 personas, donde los guías dan una charla didáctica y de intercambio mientras caracterizan cómo fue la metodología de la propia dictadura.
La lucha por la memoria, la verdad y la justicia sigue viva en cada rincón de estos espacios ubicados en municipios bonaerenses. Cada testimonio, cada placa, cada visita guiada, cada actividad cultural es un paso más en el proceso de reconstruir la memoria colectiva y pedir justicia por las víctimas. Enseñar a las nuevas generaciones que la democracia y los derechos humanos son conquistas que deben ser defendidas y preservadas.