En diálogo con el programa Mañanísima de FM Fénix, el arzobispo de Mercedes-Luján, Monseñor Jorge Eduardo Scheinig, reflexionó sobre la figura del Papa Francisco tras su fallecimiento y resaltó la «cercanía normal y auténtica» que caracterizó su pontificado. «Era una persona que no cambió: como Papa fue el mismo Jorge Bergoglio que conocimos antes», afirmó.
Durante la entrevista conducida por la periodista Susana Spano, Scheinig recordó la sensibilidad y la capacidad de empatía del Sumo Pontífice, que se manifestaban no sólo en sus palabras sino también en sus gestos cotidianos.
«No era una cercanía afectada ni teatralizada: era natural. Tenía la habilidad de bajar hasta la fragilidad de los más sencillos, sin perder su lugar ni su autoridad», señaló el arzobispo, quien compartió anécdotas personales de su convivencia con Bergoglio en tiempos en que ambos vivían en la misma casa religiosa.
Scheinig relató que el entonces arzobispo de Buenos Aires se levantaba a las 4:30 de la mañana y, al advertir que el sonido de su persiana despertaba a los demás, dejó de hacerlo, demostrando su atención y respeto por los otros. «Fue una muestra concreta de su delicadeza y consideración hacia el prójimo», comentó.
Scheinig se mostró esperanzado por el redescubrimiento de la figura de Francisco en Argentina: «Me alegra que ahora se valore más su legado»
La periodista y el arzobispo coincidieron en que la imagen de Francisco logró acercar la figura papal a la gente común, transformando un rol históricamente distante en un vínculo mucho más próximo. Scheinig destacó que esta cercanía también formaba parte del modo en que el Papa transmitía el mensaje del Evangelio: no sólo con palabras, sino también con actitudes.
Por otro lado, Scheinig se mostró esperanzado por el redescubrimiento de la figura de Francisco en Argentina. «Me alegra que ahora se valore más su legado. Su testimonio es algo que atraviesa no sólo a los católicos, sino al mundo entero», subrayó.
Durante la charla, también se mencionó el impresionante número de personas que asistieron al último adiós en Roma, superando las 150.000, lo que, para el arzobispo, refleja el profundo impacto espiritual y humano que tuvo el Papa en su pontificado.
Finalmente, Monseñor Scheinig recordó que Francisco mantuvo hasta el final sus hábitos de vida sencillos y su intensa rutina de trabajo, comenzando sus jornadas a las cuatro de la madrugada y atendiendo personalmente a sus visitas desde muy temprano. «Nadie podía seguirle el ritmo. Era una energía inagotable puesta al servicio de la gente», concluyó.