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Se estrenó “Las Domésticas” en el Talía: el absurdo como espejo feroz de la posmodernidad

Este sábado por la noche se estrenó en el Teatro Talía de Mercedes la obra “Las Domésticas”, una lectura libre del clásico “Las criadas” de Jean Genet, que no sólo respeta la esencia del teatro del absurdo, sino que la potencia con una adaptación lúcida, aguda y absolutamente contemporánea. La sala llena y las reacciones del público —entre la risa nerviosa, el desconcierto y la conmoción— confirman que este montaje con dirección del experimentado Claudio Mateo tiene mucho para decir en tiempos donde lo real parece cada vez más inverosímil.

La obra de Genet, escrita a fines de los años 40 en la Francia de la posguerra, ya advertía sobre una sociedad alienada, ritualista, marcada por las jerarquías y la violencia simbólica. Inspirada en un caso policial —las hermanas Papin, que asesinaron a su patrona—, Las criadas de Genet se posicionan como una crítica radical a las estructuras de poder, la identidad como performance, y la imposibilidad de escapar al rol asignado. Su teatralidad es feroz, autorreferencial, y desde el absurdo desenmascara las convenciones sociales más naturalizadas.

En “Las Domésticas”, esta carga simbólica y filosófica encuentra una resonancia notable con la realidad argentina posmoderna, donde el desconcierto, la parodia de las instituciones y la fragmentación del sujeto son moneda corriente. El dispositivo escénico  elegido por mateo —minimalista, sin distracciones superfluas— sostiene con inteligencia el núcleo dramático, que son los cuerpos y las voces de los intérpretes.

Los intérpretes logran encarnar a personajes que mutan, juegan, se traicionan, se confunden, se desdoblan. El espectador no puede sostener una identificación lineal con ninguno: se ríe, se incomoda, se conmueve

Celina Di Paolo, Bárbara Carusi, Jorgelina Ambrosio y Ángel Rutigliano —bajo la dirección de Mateo— se lucen en un trabajo actoral que sorprende por su precisión. Si bien se trata de un elenco vocacional, el profesionalismo con el que encaran el desafío es admirable: los tiempos justos, los movimientos calculados casi como una coreografía, las pausas exactas y los estallidos de emoción milimétricamente controlados logran transmitir la tensión y el ritmo necesarios en una obra donde lo absurdo debe mantenerse siempre al borde del abismo, sin caer en el sinsentido.

Los intérpretes logran encarnar a personajes que mutan, juegan, se traicionan, se confunden, se desdoblan. El espectador no puede sostener una identificación lineal con ninguno: se ríe, se incomoda, se conmueve. El juego de máscaras revela su profundidad política y existencial. Y aquí radica uno de los mayores logros de la obra: la capacidad de impactar emocional y reflexivamente al público, sin subestimarlo.

La música original de Franco Di Catarina y las imágenes de Ana Alcón aportan el marco sonoro y visual necesario, que se completa con la iluminación de Luján Biagini.

Con un año de ensayos a cuestas, el resultado es una puesta contundente, que logra ese efecto tan buscado por el teatro del absurdo: dejar al espectador suspendido entre la risa y el vértigo existencial.

En un presente saturado de estímulos, banalidades y discursos vacíos, “Las Domésticas” nos recuerda que el teatro sigue siendo un lugar donde pensar, sentir y, por qué no, reírnos de nuestra propia desesperación de existir.

Una obra que merece ser vista, discutida y repetida. Y es un lujo para ,la escena local. Larga vida al absurdo.

La continuidad
Luego de la representación de este domingo por la noche, que tiene sala llena también en el Talía, felizmente «Las Domésticas» comienza a recorrer ciudades y se llega hasta la vecina Suipacha, donde el sábado 10 estará en el teatro municipal de esa ciudad desde las 20.30 horas, y luego en Mercedes va a estar el 30 de mayo en el Teatro Argentino, también a las 20.30.