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Jean-Luc Godard, Franco Colapinto y la celebración de la imagen en movimiento en Cannes

Colapinto junto a su compañero de equipo Pierre Gasly en Cannes (Foto: @AlpineF1Team)

Escribe Carlos María Dieuzeide para Noticias Mercedinas. Hasta el pasado sábado 24 de mayo tuvo lugar la 78° edición de uno de los eventos de la industria del cine mundial más importantes, el famoso y prestigioso Festival de Cannes. 

Durante su breve paso por el Festival el nuevo ídolo deportivo argentino de Fórmula 1 Franco Colapinto publicó una imagen en sus redes en la que comenta con la naturalidad y el desenfado que le permiten sus pocos años “Cannes con Alpine, hoy aprendí lo que es un smokin (sic) y un moño. Top”.

¿Qué hace Colapinto en Cannes? Publicita su escudería y su marca personal. ¿Cómo lo hace? A través de la imagen.

Cannes es la vidriera de lo que debe ser en este momento en un mundo que es todo pantalla.

Por ese mismo lugar pasaron, pasan y seguirán pasando los personajes de moda y también, y eso es lo que no vemos en las pantallas mundiales, los grandes creadores de cine. Tal es el caso, por citar alguno, de Jean-Luc Godard (1930- 2022) provocador cineasta francés cuyo aporte al cine fue fundamental. 

La enorme paradoja que encierra la presencia de ambos personajes ayer y hoy es que lo más importante de Cannes no es lo que se muestra, sino lo que se desconoce.

Durante 15 días La Croisette, el corazón del festival y el lugar donde se realizan las proyecciones principales, las ceremonias de apertura y clausura, y donde las estrellas desfilan ante los fotógrafos y el público antes de ingresar a las proyecciones y eventos, se convierte en el lugar donde más flashes se disparan.

Ahora bien, esos flashes se disparan durante 15 días sobre acontecimientos y personajes que solo representan una parte de la enorme cantidad de secciones y actividades que se llevan a cabo en ese lugar tan especial de la Costa Azul. Flashes que rebelan un presente muy distinto al de la génesis y la inicial trayectoria del Festival, intrínsecamente ligadas a los avatares políticos y culturales del siglo XX. 

¿Cómo nace Cannes?
Su origen se remonta a la década de 1930, en un contexto de creciente injerencia ideológica en el Festival de Venecia, entonces el certamen de cine más prestigioso a nivel mundial. La manipulación de las selecciones y premios por parte de los regímenes fascistas de Italia y Alemania generó un profundo descontento en la comunidad cinematográfica francesa.

En respuesta a esto, un grupo de intelectuales y profesionales del cine francés concibió la idea de establecer un festival alternativo al de su país vecino.

Su propósito era claro: crear un espacio donde el cine pudiera ser juzgado exclusivamente por sus méritos artísticos, libre de cualquier condicionamiento ideológico o gubernamental. Aunque un intento inicial de lanzamiento en 1939 fue frustrado por el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la idea persistió.

Cannes ha evolucionado hasta convertirse en la vidriera por excelencia del cine global. Su relevancia trasciende el mero reconocimiento; ser seleccionado en cualquiera de sus categorías, por mínima que sea la visibilidad inicial, representa un hito trascendental en la carrera de cualquier realizador

Finalmente, en 1946, con la posguerra, el Festival de Cannes se inauguró oficialmente, consolidándose rápidamente como una plataforma de expresión cinematográfica independiente y de vanguardia.

A lo largo de su historia, Cannes ha evolucionado hasta convertirse en la vidriera por excelencia del cine global. Su relevancia trasciende el mero reconocimiento; ser seleccionado en cualquiera de sus categorías, por mínima que sea la visibilidad inicial, representa un hito trascendental en la carrera de cualquier realizador. Este reconocimiento no solo otorga un prestigio inestimable y valida la calidad artística de una obra, sino que también abre un abanico de oportunidades cruciales.

Una selección en Cannes puede significar el acceso a financiación para futuros proyectos, la atracción de distribuidores internacionales y la visibilidad en otros festivales y mercados cinematográficos. En un ámbito altamente competitivo, la mera inclusión en el programa de Cannes eleva significativamente el perfil de un director y su obra, facilitando el camino hacia el reconocimiento global y el éxito comercial. Es, en esencia, un catalizador para la expansión de la trayectoria profesional y la resonancia cultural de una producción.

En la edición de este año Argentina tuvo una muy escasa participación, casi nula, salvo la actuación de Nahuel Pérez Biscayart como miembro del Jurado de la sección Un certain regard y un cortometraje que se exhibe en la sección La Cinef, dedicada a escuelas de cine de todo el mundo.

En esta oportunidad la calidad de la industria audiovisual argentina que otras veces brilló en Cannes no está presente.

Pero fue Colapinto. Algo es algo.