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Día del Periodista: Silencios cómplices y voces necesarias

Por Ariel Dulevich Uzal. Ayer se celebró en nuestro país el Día del Periodista, una jornada inspirada en los ideales de Mariano Moreno y Sarmiento, figuras fundamentales en la construcción de nuestra tradición republicana y democrática. Sin embargo, el contexto actual torna ese homenaje más urgente que conmemorativo.

La sistemática, exponencial y amenazadora campaña del presidente contra el periodismo —plagada de diatribas, calumnias y falacias injuriosas— constituye un testimonio irrefutable de su concepción totalitaria del poder. Su estrategia busca silenciar las voces críticas que nutren a la democracia y reinstala, desde las más altas esferas, prácticas propias del fascismo dictatorial y despótico.

«En los pueblos, que por su acervo cultural deberían funcionar como reservorios éticos, la situación se agrava: reina el silencio, la indiferencia, el cálculo mezquino. Nadie se juega por nada. Los escasos paradigmas que emergen con coraje son sepultados por el utilitarismo de quienes prefieren no incomodar, no quedar mal, no definirse».

Este embate no es menor. En un país que ha sufrido en carne propia las consecuencias del autoritarismo, la libertad de prensa no puede ser considerada un detalle accesorio ni una concesión del poder. Es, en cambio, un pilar esencial del sistema republicano. Por eso, en este Día del Periodista, la ciudadanía debe asumir la defensa activa de quienes ejercen con honestidad y compromiso esa noble misión.

Pero el problema va más allá de un ataque puntual. Transitamos una etapa de absoluta decadencia —cuando no de extinción— de valores trascendentes para la civilización posmoderna. Y en los pueblos, que por su acervo cultural deberían funcionar como reservorios éticos, la situación se agrava: reina el silencio, la indiferencia, el cálculo mezquino. Nadie se juega por nada. Los escasos paradigmas que emergen con coraje son sepultados por el utilitarismo de quienes prefieren no incomodar, no quedar mal, no definirse.

Frente a este panorama desolador, solo queda la valoración de la propia conciencia. O, quizás, la esperanza depositada en unos pocos capaces de ejercer su juicio, sostener su criterio y mostrar personalidad. Porque si hay algo que no puede extinguirse es la capacidad de disentir, de señalar lo que está mal, de alzar la voz cuando muchos optan por callar.

En tiempos oscuros, el periodismo libre no es solo una profesión. Es una necesidad moral. Y quienes lo ejercen con dignidad merecen no solo respeto, sino respaldo ciudadano. Hoy más que nunca.


Ariel Dulevich Uzal es mercedino y ex Subsecretario de Turismo de la Nación durante el gobierno del ex presidente Raúl Alfonsín