La planta láctea La Suipachense, con más de 75 años de trayectoria en la vecina localidad de Suipacha, atraviesa una de las crisis más graves de su historia y su futuro inmediato está en riesgo. Desde la semana pasada, la empresa quedó bajo control de sus 140 empleados, en medio de atrasos salariales, deudas millonarias y una fuerte caída en la producción, lo que llevó a fuentes gremiales a advertir que el cierre sería “inminente” si no aparece un inversor de manera urgente.
El grupo venezolano Maralac, que administra la firma desde hace casi una década, calificó la situación como una “toma forzada” por parte del gremio Atilra y de un sector de los trabajadores, mientras que desde el sindicato sostienen que la intervención busca garantizar el pago de sueldos y el mínimo funcionamiento de la planta.
La crisis impacta de lleno en la comunidad de Suipacha, de 12.000 habitantes, donde la usina láctea es un motor económico central. En su mejor momento, la fábrica procesaba 250.000 litros de leche diarios, pero hoy apenas recibe 40.000 litros, con la mayoría de los productores retirando su abastecimiento por temor a impagos.
Según estimaciones, la planta necesita $3.000 millones mensuales para operar, pero actualmente recauda unos $500 millones, monto insuficiente para cubrir salarios y pagos a proveedores. A esta situación se suma el riesgo inminente de corte de luz y gas, lo que podría paralizar totalmente la producción.
La historia de La Suipachense se remonta a 1947, cuando nació como cooperativa. Tras distintos cambios societarios y una breve alianza con la chilena Lácteos Conosur, en 2015 fue adquirida por Maralac, que recibió la empresa “sin deudas y en plena producción”. Sin embargo, el manejo financiero del grupo siempre estuvo acompañado de conflictos y demoras en los pagos, según señalaron fuentes del sector.