El músico Javier Goffman quiso visitar la Fiesta del Salame Quintero pero no llegó. Antes del río se encontró con una escena que lo dejó sin palabras: la bohemia y el arte más puro en un rincón tradicional junto a Zoco Larralde.
La Fiesta Nacional del Salame Quintero es un evento que celebra las tradiciones del campo, pero este fin de semana, un músico de blues de la gran ciudad descubrió que la esencia del arte no tiene fronteras.
Javier Goffman, visitó Mercedes y tras participar en el programa radial «Llegaron los blues», se topó con un «encuentro cercano de tercer tipo» que le impidió llegar a la fiesta principal: la escena que se vivía dentro de la Pulpería de Cacho Di Catarina.
Goffman describe lo que vivió en La Pulpería como algo único dentro de «un bastión cultural que mantiene una tradición que quizá ya no existe en otros lugares». Para él, el ambiente de este sábado era comparable a las escenas más genuinas del blues de los Estados Unidos. «Es ir y ver un hombre en una mesa sentado que agarra la guitarra, se pone a tocar con el pingüino lleno de vino ahí a mano y que pasa la guitarra para otro que viene, con otro que vino de Corrientes y que empezó a cantar y que la rompía», narra.
Zoco Larralde, el «Muddy Waters» del folklore
Goffman se encontró cara a cara con el talentoso folklorista local, Zoco Larralde. El músico no dudó en trazar una analogía que resonaría en cualquier amante del blues: «Este señor Larralde es como Muddy Waters, como Buddy Guy, como todos esos bluseros que también estaban sentados en la entrada de una casa, se ponían a tocar con el gorrito con un copetín».
Para Goffman, tanto el blues como el folklore tienen una esencia en común. «Hay algo que nos viene de anterior a ellos que los personifica también», reflexiona, intentando describir una sensación que no logra encajar en una sola palabra.
El artista contó a Noticias Mercedinas que se sintió «un pichi» al ver tanta autenticidad y talento. Y pudo valorar la posibilidad de presenciar algo «genuino, auténtico, casi en su origen». El encuentro, que ocurrió en una suerte de «peña satélite» a la fiesta, lo afectó profundamente. «Me puso muy contento», afirmó Goffman, que incluso se animó a tocar «algunos temitas modestamente» en el lugar.
Goffman se refirió a Hernán Rivero, el conductor de «Llegaron los blues», como quien maneja un «punto de conexión entre distintas dimensiones». A través de las experiencias que surgen en el marco de las convocatorias a su programa, Rivero logró unir géneros aparentemente opuestos, como el blues y el folklore, en un acto que solo puede describirse como una «libertad de acción que se practica».
La experiencia fue tan impactante que el músico, quien se describe como un «citadino de Buenos Aires», no dudó en elogiar a la pequeña ciudad a 100 kilómetros de la urbe. «Mercedes me parece grande, pero sigue teniendo un encanto así pueblerino, es agradable, muy agradable», concluyó.