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La siesta y una invitación a la memoria

Por Sergio Resquín. Durante los 18 meses de gobierno del “fenómeno” Javier Milei y el rosario de medidas antiobreras y antipopulares que desató rápidamente, muchas fueron las reacciones espontáneas en plazas o esquinas emblemáticas de las grandes ciudades. Desde alguna asamblea autoconvocada o en los cacerolazos, pudo esbozarse un mínimo clima deliberativo y también surgir una espontánea melodía, con una letra que ya excede al actual gobierno libertario: “¿Dónde está que no se ve esa famosa CGT?”, cantaban y siguen cantando en diversos lugares del país, en cada conflicto obrero que se suscita y que casi siempre termina con la orfandad de una comisión interna frente al descomunal aparato ideológico y represivo del Estado —en sus diferentes variantes— aliado a las patronales.

La siesta cetegetista parece venir de mucho tiempo atrás, no solo en épocas del macrismo, sino también en medio de los planes económicos de Massa, en la etapa final de la debacle del “Frente de Todos”.

Pudo esbozarse un mínimo clima deliberativo y también surgir una espontánea melodía, con una letra que ya excede al actual gobierno libertario: “¿Dónde está que no se ve esa famosa CGT?”, cantaban y siguen cantando en diversos lugares del país, en cada conflicto obrero que se suscita

Tal vez no sea momento de repasar toda la historia de declinación de la CGT como aglutinante de los sectores obreros, pero sí puede afirmarse que este proceso se agudizó claramente en los últimos 10 años. Más allá de que el concepto de “burocracia sindical” no tiene la popularidad ni la comprensión que debiera, el descrédito de la dirigencia —que debería representar a la clase trabajadora— se hizo evidente para un gran porcentaje de obreros y asalariados argentinos. Incluso, a veces, sin distinguir a un burócrata de otro tipo de activistas (que intentan recuperar los sindicatos para sus verdaderos dueños), se repudia todo lo que huela a sindical. Algo parecido a lo que empezó a ocurrir en la política, donde la actividad en sí fue descalificada como producto de los constantes fracasos de los partidos patronales.

¿Qué es un burócrata sindical?

Pareciera ser aquel sujeto que, luego de haber ingresado al sindicalismo con algún tipo de expectativas de defender a sus compañeros, termina priorizando desde pequeños privilegios hasta sillones mullidos y cómodos que no está dispuesto a arriesgar con “ideas revolucionarias” o medidas de acción directa que resultan “muy peligrosas”. Claro: hay que preservar lo obtenido. Es decir, el sillón.

Dirigentes multimillonarios, moradores de barrios cerrados o departamentos de lujo en Puerto Madero, quedaron expuestos como el modelo de un sindicalismo empresarial, más enfocado en mantener y agrandar su patrimonio que en reivindicar a la clase que alguna vez pudieron representar. Alguien, alguna vez, por el tamaño de sus abdómenes, los denominó “los gordos”. Decir “José Pedraza” parece resumir bastante bien el camino sin retorno de la burocracia sindical. Bueno, no para todos: muchos pibes ya ni recuerdan a Pedraza ni a su víctima, Mariano Ferreyra. Pero para otros sí: la sola mención del nombre evoca al arquetipo del “burócrata sindical”, su historia y su intento de preservar sus “negocios”.

Dirigentes multimillonarios, moradores de barrios cerrados o departamentos de lujo en Puerto Madero, quedaron expuestos como el modelo de un sindicalismo empresarial, más enfocado en mantener y agrandar su patrimonio que en reivindicar a la clase que alguna vez pudieron representar

La cuestión es que, más allá de esa caracterización, en los 18 meses libertarios la CGT —y su hermana menor, la CTA— parecieron llamarse a una siesta bastante larga, más allá de acciones aisladas de algunos sindicatos. Pero ni el robo a los jubilados, ni la represión sistemática hacia ellos, ni las leyes antiobreras enviadas al Congreso, ni su transformación en DNU, ni los miles de conflictos fabriles, los despidos en el Estado, el desfinanciamiento universitario o el intento de vaciamiento del Garrahan lograron despertarla. ¿No se habrán enterado del disparo en la cabeza a Pablo Grillo? Tal vez sí, pero no ameritaba nada. Nunca nada hizo presagiar un plan de lucha, por mínimo que fuera. Apenas acomodaron algunos puntos de la Ley Bases que podían afectar sus cajas y a esperar que cambien los tiempos, lo cual es probable dada la vertiginosa realidad argentina.

Mientras tanto, en cada lugar donde se reunían los damnificados del plan económico, la expresión de la siesta de la CGT se transformaba en lugar común, en meme o en puteada.

¿La siesta terminó?

Por estos días, este mismo portal de noticias anunciaba un acto de la CGT Regional Mercedes en el Club Comunicaciones. Quizá alguien supuso que la tregua con Milei había terminado en medio de la debacle de su gobierno. Pero no: la CGT Regional Mercedes —y por ende su nave madre— han comprendido que son tiempos de campaña electoral y, así, quienes hicieron silencio durante 18 meses ahora descubren que es por medio de la acción político-electoral como se puede revertir algo de los males ya infligidos al pueblo argentino. Claro, de la siesta se sale con un acto partidario de “Fuerza Patria”, en cuyas listas los “buenos muchachos” de la CGT y la CTA han integrado a algunos de sus referentes históricos y permanentes.

En otros momentos, no muy lejanos, la misma casta sindical dejaba de lado una aparente acción de lucha para convocar a votar. Pero ahora no es el caso: es la salida del letargo siestero para jugar al juego de los llamados a la unidad de acción contra el gobierno nacional, y demás slogans de ocasión para entusiasmar a sus representados.

En el mentado acto del “Comu” del día lunes se anuncian varias figuras de cierto reconocimiento nacional. Entre ellas aparece un viejo conocido de la docencia bonaerense, aunque siempre con menos visibilidad que su sucesor en el SUTEBA (Sindicato Unificado de los Trabajadores de la Educación de Buenos Aires), Roberto Baradel. Hugo Yasky, al contrario, fue parte en los 90 del surgimiento de un intento por diferenciarse de “los gordos” de la CGT, lo que dio lugar a la CTA (Central de Trabajadores Argentinos). Por aquellos años, Yasky encabezaba el SUTEBA y Marta Maffei la CTERA. El segundo lustro de los 90 encontró al país en medio de un fenomenal conflicto docente, enmarcado en las luchas piqueteras surgidas al calor de la desocupación tras la privatización de YPF y las consecuencias de la política menemista.

Aquí, tras su fundación en marzo de 1997, el SUTEBA Mercedes fue un motor de organización y deliberación en la plaza San Martín en cada acto de lucha. Claro, Yasky y compañía ya estaban preparados para integrarse a la Alianza (UCR-FREPASO), y esa vía electoral era el camino elegido. Basta de paros y movilizaciones: ahora había que votar a De la Rúa. Así no solo se fue desinflando el conflicto docente nacional, que tenía al riojano contra las cuerdas, sino que “el compañero Hugo”, de paso, se sacó de encima al SUTEBA Mercedes, sin mediar asamblea ni acusación concreta ante nadie. Cerró, al mejor estilo de Lorenzo Miguel, el distrito que consideraban opositor. Era obvio que ocurriría: la CTA se había integrado a la Alianza y muchos dirigentes del entonces FREPASO pretendían quedarse con ese espacio.

Yasky y compañía supieron acomodarse a los nuevos tiempos. Antes, él y Marta Maffei quedaron retratados como lo que fueron —o son—. En ocasión de los asesinatos del Puente Pueyrredón abonaron la versión de Duhalde de que “Maxi y Darío” se habían matado entre ellos

La central que se había jactado de ser “otro sindicalismo” recurría a los métodos de los gordos que decía combatir.

La Alianza terminó en masacre y Yasky y compañía supieron acomodarse a los nuevos tiempos. Antes, él y Marta Maffei quedaron retratados como lo que fueron —o son—. En ocasión de los asesinatos del Puente Pueyrredón abonaron la versión de Duhalde de que “Maxi y Darío” se habían matado entre ellos.

El kirchnerismo le permitió permanecer atornillado a una banca parlamentaria, mientras lo que alguna vez fue una esperanza —la CTA— se fragmentaba en pedazos y decepcionaba a miles.

Ahora estará aquí en Mercedes, con su perfil bajo, llamando a la unidad de acción en las urnas contra Milei, luego de que él y el resto abandonaran la siesta y lo dejaran actuar. Nunca aparecieron cuando debían, hasta ahora, despertados por el circo electoral.


Sergio Resquín es Cofundador del SUTEBA Mercedes

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