Inicio Entrevistas Marcela Daff: «Lo bueno es no perder la capacidad de aprender»

Marcela Daff: «Lo bueno es no perder la capacidad de aprender»

Marcela Daff, quien es diseñadora de modas mercedina y resulta ser muy buscada por distintas personalidades, ha surgido a la fama por mérito propio bajo la mentoría del también diseñador de modas Mariano Toledo y no tiene pruritos en barrer la vereda. No solo ha logrado posicionarse en el mundo de la moda, sino que también ha mantenido su esencia humilde y cercana. «Lo peor que puede pasar en la vida es olvidarte de tus raíces», afirma, mientras cuenta que sigue cocinando para sus hijos y limpiando su casa.

Marcela, has logrado una fama importante en el mundo de la moda, pero no fue de un día para el otro. ¿Cómo fueron tus inicios?
Fueron muy modestos y, como suele suceder, en paralelo con otras actividades. Soy de General Viamonte, Los Toldos, pero crecí en Bragado. Mi papá venía del campo y trabajaba en Aceros Bragado, y mi mamá, aunque no trabajaba fuera de casa como era común en esa época, siempre fue muy emprendedora. Recuerdo que en casa se distribuían tejidos que traía una tía de Capital. Yo tenía apenas 8 años y ya tejía en las máquinas. Siempre estuve rodeada de trabajo, así que trabajé y estudié desde chica. Durante el secundario, iba a un taller de costura donde hacía recibos de sueldo y ayudaba con las máquinas. He vendido de todo en la calle con mi hermano, así que sé lo que es el esfuerzo desde muy joven.

¿Cuándo diste el salto al diseño de moda?
Siempre me gustó hacer cosas para mí, desde ropa hasta accesorios. Me hacía mis propios vestidos, bordaba y compraba telas en La Favorita, acá en Mercedes. Pero fue un proceso largo. Comencé haciendo carteras y combinaba eso con mi trabajo de docente. Daba clases de Ciencias Jurídicas en secundaria. Enseñar siempre me gustó, pero llegó un punto en el que sentí que no era honesta conmigo misma. Mientras seguía con la docencia, mi interés por la moda iba en aumento. Todo esto me llevó a tomar una decisión importante: dejar la enseñanza para dedicarme de lleno al diseño.

«Hacer ropa, crear, experimentar, me daba una satisfacción que no sentía en el aula. Al principio, fue un trabajo paralelo, pero sentía que tenía que dedicarme por completo al diseño»

¿Cómo fue esa transición de ser docente a diseñadora de modas?

Fue un proceso complicado. Siempre amé enseñar, pero la moda me estaba llamando con más fuerza. Hacer ropa, crear, experimentar, me daba una satisfacción que no sentía en el aula. Al principio, fue un trabajo paralelo, pero sentía que tenía que dedicarme por completo al diseño. Además, me di cuenta de que mi interés por la docencia había decaído, y no quería ser injusta con mis alumnos. Así que decidí dar ese gran paso.

¿Y cómo llegaste a trabajar con Mariano Toledo?
Todo empezó cuando viajé a Madrid a un desfile, el Madrid Bridal Week. Era algo que organizaba la Cámara Española de Costura. Yo siempre trato de hacer algo relacionado con el diseño cuando viajo, para seguir aprendiendo. En ese evento, conocí a una persona que se interesó en mi trabajo, aunque en ese momento tenía un Instagram bastante precario que manejaba yo misma. Nos estábamos yendo de vacaciones con mi marido cuando vi que empezaron a seguirme varias personas importantes. ¡No lo podía creer! Eso fue un antes y un después. A partir de ahí, empecé a tomar mi marca más en serio. Mi apellido es Daffonchio, pero lo abrevié como Daff para la marca. Fue en ese momento que conocí a Carolina VL, que me ayudó con la prensa y las redes. Por medio de ella, llegué a Jimena Sampataro, que trabaja para la revista Para Ti, y poco a poco todo se fue encadenando. Con el tiempo, Mariano Toledo se convirtió en mi mentor.

¿Cómo es trabajar con él?
Mariano es una persona maravillosa (N. de la R: Se emociona y se le escapa una lágrima, comienza a transparentar su sensibilidad en la entrevista). Nos reunimos todas las semanas para que le muestre mis trabajos. Sigo aprendiendo de él todo el tiempo. Lo que más admiro de él es su honestidad y la manera en que te guía. Es una persona completamente desinteresada, amorosa, y muy crítica en el mejor sentido. Si tuviera que describirlo, diría que es alguien con los mismos valores que me hicieron enamorarme de mi marido hace 37 años. No tengo palabras para describir lo que significa para mí que alguien como él sea mi mentor.

Además de Mariano, trabajaste con muchas personalidades. ¿Cómo te buscan las famosas?
¡Sí! Algo que aprendí es que las redes son muy importantes, aunque parezca que no. Me ha pasado que me llaman vestuaristas de grandes revistas como Para Ti o Gente, y uno no siempre se entera de quién está viendo tu trabajo. Así fue como un día, mientras estaba haciendo un mandado, me llamaron para vestir a Evelyn von Brocke. Fue una locura. Y más recientemente me convocaron para trabajar con Griselda Siciliani, lo cual fue una experiencia increíble. También he hecho colaboraciones para revistas como Hola, y he vestido a muchas modelos que, honestamente, ni siquiera sabía quiénes eran en su momento. Todo se dio por conexiones con vestuaristas. A veces uno cree que no lo ven porque no te siguen en redes, pero la gente está ahí, observando.

A veces me dicen: «¿Cómo una diseñadora va a estar baldeando la vereda?» Y yo siempre respondo que lo peor que te puede pasar en la vida es olvidarte de tus raíces.

Hablabas de cómo te vieron baldeando la vereda de tu casa. ¿Te sorprenden esos comentarios?

Sí, me pasa mucho. A veces me dicen: «¿Cómo una diseñadora va a estar baldeando la vereda?» Y yo siempre respondo que lo peor que te puede pasar en la vida es olvidarte de tus raíces. No me importa lo que digan. Soy una persona muy sencilla y me gusta hacer las cosas de mi casa. Cocino para mis hijos, limpio, baldeo, y no veo nada raro en eso. Al contrario, creo que es fundamental mantenerse conectado con quien uno es y de dónde viene.

Además de vestuaristas y personalidades del mundo del espectáculo, ¿con qué otros tipos de clientes trabajas?
Trabajo mucho con mujeres empresarias y gente de los country. Es curioso cómo empezó todo. Una chica de tribunales me recomendó a otra persona que vivía en un country cerca de Luján, y así, de boca en boca, fui armando una clientela. Ellas vienen hasta Mercedes para comprarme, lo cual me llena de orgullo. Por supuesto, me encantaría tener un showroom en Capital, pero el contexto económico del país a veces dificulta estos proyectos. De todas maneras, es un sueño que tengo y creo que se puede cumplir. Y además, me gustaría poder dar trabajo a otras personas. Creo que el trabajo es una forma maravillosa de construir la autoestima.

Finalmente, Marcela, ¿qué consejo le darías a alguien que quiera empezar en el mundo de la moda?
Lo primero es nunca perder la capacidad de aprender. No hay que creer que uno lo sabe todo, porque ahí es cuando te desconectás del resto y dejás de crecer. Siempre hay algo que te puede enriquecer, ya sea una experiencia, una crítica constructiva o un nuevo desafío. Yo sigo aprendiendo, y Mariano me ha enseñado mucho en ese sentido. También es importante creer en uno mismo y estar dispuesto a trabajar mucho. La moda es un mundo muy competitivo, pero si te mantenés fiel a tu trabajo y a tus valores, podés llegar muy lejos sin necesidad de «pagar» por el éxito.

En su presente y futuro inmediato, Marcela tiene que estar vistiendo para su boda a Cecilia «Caramelito» Carrizo y un viaje a principios de noviembre por España y Francia, que aprovechará para aprender más y desarrollarse en el diseño. Ella es un ejemplo de que la pasión, la perseverancia y la humildad son ingredientes de la receta para alcanzar el éxito. Su historia es una inspiración para todos aquellos que sueñan con construir un futuro brillante, sin importar las dificultades que se presenten en el camino.

Su Instagram, donde puede verse y seguirse su trabajo, es: https://www.instagram.com/marceladaff/

Vestido de Marcela Daff cut out en paillettes para Ingrid Grudke