El miércoles 4 de diciembre se llevó a cabo el 31° viaje de familiares argentinos al Cementerio de Darwin en las Islas Malvinas. Entre los 150 asistentes, se encontraba Graciela Medina, quien compartió su experiencia junto a su hijo en este viaje sanador que permitió a muchos familiares visitar por primera vez las tumbas de sus seres queridos.
En diálogo con Radio Fénix, Graciela relató que este viaje, organizado por la Comisión de Familiares de Caídos, fue particularmente significativo debido a la avanzada edad de algunos asistentes, que oscilaban entre los 80 y 97 años.
A pesar de las adversidades climáticas, con temperaturas bajo cero, viento y lluvia, el grupo logró completar la emotiva jornada, marcada por recuerdos, lágrimas y homenajes.
“Fue un cumpleaños inolvidable para mí, porque lo pasé en un lugar que jamás imaginé: las Islas Malvinas. Estuvimos en la tumba de mi cuñado Ricardo, rezamos y dedicamos una oración en nombre de todas las familias que no pudieron estar”
“Fue un cumpleaños inolvidable para mí, porque lo pasé en un lugar que jamás imaginé: las Islas Malvinas. Estuvimos en la tumba de mi cuñado Ricardo, rezamos y dedicamos una oración en nombre de todas las familias que no pudieron estar”, expresó Graciela, visiblemente emocionada.
El significado del viaje
El coordinador Alejandro Falcón, hermano de un soldado caído, destacó el arduo trabajo detrás de la organización. “Fue un esfuerzo enorme localizar a los familiares, gestionar la documentación y coordinar cada detalle. Pero todo valió la pena al ver a padres y madres mayores, incluso algunos en silla de ruedas, llegar al lugar donde descansan sus hijos”, aseguró.
Este viaje, el primero después de cuatro años, fue posible gracias al compromiso de múltiples instituciones y personas, como Aeropuertos Argentina 2000, que proporcionó un avión de gran porte para trasladar a todos los participantes. Además, el equipo incluyó médicos y acompañantes para garantizar la seguridad de los asistentes, especialmente de los mayores.
Momentos de reflexión y homenaje
El Cementerio de Darwin se convirtió nuevamente en un espacio de memoria y reconciliación. Las familias tuvieron la oportunidad de rendir homenaje a sus seres queridos con ofrendas florales, rezos y recuerdos compartidos. Para muchos, fue un momento de cierre emocional tras años de espera y duelo.
“El frío y la lluvia no importaban. Ver a los padres en las tumbas de sus hijos, sintiendo que cumplían una promesa pendiente, fue profundamente conmovedor. Algunos no se movieron de allí hasta que se los convenció de regresar al avión”
Graciela describió cómo el clima inclemente no fue un obstáculo: “El frío y la lluvia no importaban. Ver a los padres en las tumbas de sus hijos, sintiendo que cumplían una promesa pendiente, fue profundamente conmovedor. Algunos no se movieron de allí hasta que se los convenció de regresar al avión”.
Un viaje con múltiples desafíos
El último viaje al Cementerio de Darwin se había realizado en 2019, antes de la pandemia. Este nuevo reencuentro con el suelo malvinense representó un enorme desafío logístico y emocional, pero también una oportunidad para seguir fortaleciendo los lazos entre los familiares y la memoria colectiva sobre la guerra de 1982.
Falcón remarcó que cada viaje es único y especial: “Para algunos familiares, este puede haber sido su último viaje, debido a la edad. Por eso, es tan importante que sigamos trabajando para organizar más visitas y garantizar que todos puedan vivir esta experiencia”.
El recuerdo de los héroes
Entre los asistentes también estuvo presente Elsa Calvin, la madre de Horacio Balvidares, un soldado mercedino que falleció heroicamente mientras intentaba rescatar a un compañero herido. Su historia, como la de tantos otros, sigue viva en la memoria de quienes visitan Darwin.
Con cada viaje, los familiares refuerzan el compromiso de mantener vivo el legado de los caídos en Malvinas. La jornada finalizó con un renovado deseo de seguir organizando estas visitas y de continuar reclamando soberanía sobre las islas.
“Volveremos a Malvinas, siempre con la frente en alto y el corazón lleno de orgullo”, concluyó Graciela.
