Escribe Carlos María Dieuzeide, para Noticias Mercedinas
Desde el pasado 27 de agosto y hasta el próximo 6 de septiembre se está llevando a cabo el Festival de Cine más antiguo que es el Festival Internacional de Cine de Venecia, que se celebró por primera vez en 1932.
Este festival, que forma parte de la Bienal de Venecia, es reconocido como el primero de su tipo en el mundo y uno de los más prestigiosos. La primera edición tuvo lugar en la terraza del Hotel Excelsior en el Lido de Venecia -una plácida isla, un lugar apartado y muy exclusivo donde casi nunca sucede nada, excepto en las dos semanas del año cuando lo invaden las personalidades del cine-.
La película inaugural fue Dr. Jekyll and Mr. Hyde del director norteamericano Rouben Mamoulian.
Se trata del primero, históricamente, de los Cinco Grandes Festivales de Cine internacionales del mundo, denominación que incluye también el de Cannes (desde 1946), el de Berlín (desde 1951), el de Toronto (desde 1976) y el Sundance Festival (desde 1978).
La idea de incluir el cine dentro de la Bienal de las artes fue para dar al cine el reconocimiento de séptimo arte. El objetivo era elevar la percepción del cine más allá de su función como entretenimiento de masas y presentarlo como una forma artística seria, comparable a la pintura, la música o el teatro.
También se buscó impulsar la industria cinematográfica italiana y europea. En un momento en que el cine estadounidense dominaba el mercado, la creación de este Festival quiso ser una plataforma para las producciones locales y del continente europeo, fomentando el intercambio cultural y el crecimiento del sector.
Pero, como suele ocurrir con los regímenes políticos totalitarios, la creación del Festival, en pleno régimen fascista de Benito Mussolini, también era una manera de mostrar la modernidad y el prestigio cultural de Italia en la escena mundial, utilizando el cine como una herramienta de propaganda y de afirmación nacional.
En la edición de 1938, hubo una gran indignación cuando el jurado, presionado por los líderes políticos, otorgó el premio principal (la Copa Mussolini) a películas alemanas e italianas de propaganda, ignorando la aclamada película francesa La gran ilusión de Jean Renoir. Y gracias a eso surgió el Festival de Cannes.
En una clase magistral a jóvenes cineastas, Herzog recomendó: «Lean, lean, lean, si quieren ser directores de cine no solo deben ver películas, también tienen que leer, lean libros, sí, libros impresos, no solo consuman Tik Tok”
En la actualidad, estos Festivales -especialmente Venecia y Cannes- han perdido parte de su esencia original convirtiéndose en eventos demasiado frívolos generalmente copados por el cine norteamericano.
También se utilizan como espacios de definición de posturas políticas. Hoy sábado 30, por ejemplo, tuvo lugar una manifestación después del mediodía en apoyo a Palestina y condenando la situación en Gaza.
En definitiva, el cine es también, además de arte, una ventana para ser vistos y para mostrar al mundo las trivialidades y las causas políticas. Todo en un mismo combo.
Tal vez, lo más destacable de esta edición de La Mostra, en lo que a cine estrictamente corresponde, es el León de Oro otorgado al gran cineasta alemán Werner Herzog por su extensa carrera. Otro grande, Francis Ford Coppola, fue el encargado de entregárselo.
Al día siguiente, en una clase magistral a jóvenes cineastas, Herzog recomendó: «Lean, lean, lean, si quieren ser directores de cine no solo deben ver películas, también tienen que leer, lean libros, sí, libros impresos, no solo consuman Tik Tok”.
Un soplo de aire de buen cine en medio de tanto fragor.