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Bocha Blandini: A los 93 años, la acuarela es un sueño que se plasma con la paz de toda una vida

Una mujer que está pronta a llegar al siglo de vida tiene mucho para decir, y además de hacerlo con su arte, el que en esta ocasión asoma como espejos oníricos de paisajes en tonos café al agua, también transmite su sabiduría, experiencia y soplo de vida con palabras que llaman a amarla a cualquiera. «Es tan hermosa Bocha, todo el mundo la ama», trasluce sobre ella su maestro de acuarela, Juan Ferrandis.

Hay presencias que iluminan los espacios culturales por su sola trayectoria, pero la de Bocha Blandini lo hace, además, por su asombrosa vigencia creativa. A sus 93 años, la artista participó este domingo de la inauguración de la muestra anual del taller de acuarelas coordinado por Ferrandis en el centro cultural El Limonero. Allí, presentó su obra titulada «En mi sueño», una pieza que nació de visiones nocturnas y se materializó en el papel con la serenidad que solo dan los años.

Nacida en 1932, Bocha ha atravesado casi un siglo de historia: desde las noticias de la segunda guerra que escuchaba junto a su padre, hasta ver en directo por televisión la llegada del hombre a la Luna en 1969. Hoy, sigue mirando al futuro con una curiosidad intacta.

«Me encantaría poder ver una llegada a Marte en directo, tal como vi lo de la Luna»

El arte como refugio

Para Blandini, el arte es una constante que ha mutado de técnica: tras años de óleo en la Escuela de Arte, hace tres años se volcó a la acuarela. En este proceso, destaca la figura de su profesor, Juan Ferrandis, con quien mantiene un vínculo especial y circular: el hoy maestro fue alumno de Bocha en primer grado.

Sobre la labor de Ferrandis, la artista es elocuente: «Juan es una persona muy, muy especial. Es un encanto porque te busca, te escarba, busca qué es lo mejor que podés dar. Te indica con una precisión exquisita hasta que salen estas cosas que son soñadas y reproducidas», explica sobre el método de enseñanza de quien fuera su pequeño alumno décadas atrás.

— Su obra se titula «En mi sueño». ¿Se sueña con más calidad a los 93 que a los 20 años?

— Yo creo que a los 93. Se ven de otra manera, con más tranquilidad, con más paz y con más encanto por todo lo que ocurre alrededor. Estas casas que pinté se me aparecieron en sueños; primero las tuve claras en la mente y luego las llevé al papel.

— Usted vio al hombre llegar a la Luna en directo. ¿Cómo imagina el futuro de la humanidad?

— Recuerdo que cuando llegaron a la Luna parecía algo imposible, pero fue. Ahora que dicen que el hombre debe seguir sus días en Marte, ya que este planeta tendría sus días contados, me encantaría poder ver una llegada a Marte en directo, tal como vi lo de la Luna. No sé si me va a dar el tiempo a mí de estar presente, pero yo creo que sí será posible en estos años.

Una Navidad en familia

A solo tres días de la Navidad, Bocha se prepara para los festejos rodeada de su «familión», compuesto por tres hijas, seis nietos y tres bisnietos.

«Están encantados con la abuela artista. Me quieren mucho, gracias a Dios», concluye con la humildad de quien ha enseñado a generaciones y hoy se permite seguir descubriendo el mundo a través del pincel.

La muestra en El Limonero no es solo una exhibición de cuadros; es el testimonio vivo de que la curiosidad y la capacidad de proyectar hacia el espacio exterior no tienen fecha de vencimiento. En calle 27 y 34, «El Limonero», por varios días más, de tarde.

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