Por Virginia Altube
El miércoles 19 de septiembre, a las 17 horas, se va a colocar una baldosa en la vereda de lo que fue la entrada de la Casa de la Juventud, en calle 14 entre 29 y 31, acá en Mercedes.
La fabricó el artista plástico Pablo Russo, quien se capacitó en la técnica de este tipo de baldosas, que habitualmente se colocan en recuerdo a compañeros/as desaparecidos/as por la Dictadura, y que en este caso tiene el fin de señalar un sitio, que es parte de la historia del 70.
Y viene, desde Bariloche, Juan Dieuzeide (presbítero o cura… no me acuerdo como le gusta que le digan). Juan fue el animador (asesor) de esta Casa, en un momento donde la Iglesia, al menos un sector, impulsaba la participación de los laicos, en las decisiones también, y sobre todo de los jóvenes.
Eran tiempos pos conciliares, con Medellín, que entre otras cosas aceptaba el análisis marxista de la realidad, y con una ebullición política y social que crecía un poco cada día. La Casa era una casa, con cocina, y habitaciones, donde vivían algunos jóvenes, recuerdo por ejemplo a Pedro Duarte, a Oscar Tissier, a Paco… Ellos vivían allí, junto a Juan, y de allí iban a estudiar, a trabajar… Pero todo el tiempo estaba llena de jóvenes (femeninos y masculinos no se me vayan a enojar), que organizaban, pensaban, y participaban, y se divertían…y armaban parejas, ¡por supuesto!
Las Micro-escuelas, los Cursos de Promoción, la Pastoral en los barrios, el Concilio de jóvenes… las grandes cenas con las familias, a la canasta, sin duda… Los cursos y seminarios con gente como Juan Carlos Gené, Matilde Scalibrini Ortiz…
La Casa de la Juventud acompañó el complejo devenir histórico que se dio desde fines del 60 hasta el 24 de marzo del 76; sufrió internamente las pérdidas, las opciones políticas distintas, y después los duros golpes de la Dictadura en muchos de sus miembros que ya habían elegido la militancia en modo total.
Yo no formé parte de la estructura (aunque Juan dice que sí… y es vasco), pero siempre me sentí muy, muy cerca, y encontré ejes importantes para mi vida. Algunos ya los he cambiado, por supuesto, pero otros siguen ahí.
Bueno, habría montones de cosas para contar…
Por mi parte, y para terminar, les cuento a ver si logro transmitir algo del clima de lo que fue la Casa: los sábados a la noche, antes de ir al Gallo Pardo, o a algún otro boliche, o al Centro Tradicionalista (de los Valenzuela-Valerga), era común pasar por la Casa de la Juventud, a charlar un rato, siempre había alguien, con una guitarra (Bartolo Martini con un “Yesterday”, por ejemplo), con un mate…
Sentí la necesidad de poner algo de mi memoria, en estos días en que por iniciativa de algunos ex integrantes se va a plasmar este recuerdo. Y de paso invitar a quienes tengan deseos, o necesidad de estar ahí: Miércoles 19, a las 17, en 14 y 29 (Mercedes)
Siempre es bueno recordar, aunque mejor todavía, es que ese recuerdo nos impulse hacia el futuro, como la vida misma.
* Virginia Altube es docente jubilada, cantante.