Se manifiesta como “bloqueado” en su creatividad. Pablo Russo, fundador de “El Limonero”, espacio independiente que tiene 20 años de vida, reflexionó a pedido de este medio sobre la actualidad del panorama artístico, personal y colectivo, y de los centros culturales como el que intenta mantener, en este contexto de pandemia y aislamiento. “Son más las preguntas que las respuestas”, destacó.
En el área de la cultura y arte parece haber poca difusión y discusión sobre cómo sigue el mundo en el marco de esta pandemia. Y por ello Russo fue entrevistado como artista local y pudo dar sus puntos de vista en cuanto a cómo se vive el arte en cuarentena, y qué hay de los espacios culturales sin público en ellos, entre otros puntos.
“Esto es un gran interrogante. Los espacios independientes fueron los primeros en tener que cerrar sus puertas y seguramente serán los últimos en abrirlas en el mejor de los casos. Esta pandemia nos obliga, iba a decir invita, a reflexionar sobre nuestro rol como artistas y el rol que cumplieron los espacios culturales en nuestra ciudad”, dijo en un principio.
“Se largaron algunas páginas, ayudas, subsidios para espacios culturales e independientes o artistas, pero a nivel provincial o nacional y son muy complejos y engorrosos de completar. Siempre falta algo. Me parece que no es algo muy accesible para los artistas, que no estamos acostumbrados a manejarnos de esta manera tan virtual”, afirmó Russo. “Siempre hay que demostrar algo, tener una trayectoria o explicar que tenés un espacio. En mi caso lo tengo pero no todos los artistas lo pueden hacer y terminan sin completar el trámite. Además es para largo, mientras lo evalúan, lo aceptan y lo corrigen y después te dan el subsidio tardan meses, y los artistas tenemos que seguir viviendo”, agregó.
Además opinó que en el caso de los monotributistas pasa algo “idéntico, porque si tenés un ingreso mínimo no podés recibir esa ayuda y se van acotando las posibilidades”.
“Esto nos obliga a repensar nuestro accionar, a reflexionar sobre qué rol cumplimos nosotros como artistas y con nuestro espacio independiente. En la época que todo estaba bien era una cosa pero hay que ver qué rol vamos a cumplir de aquí en más, porque nada va a ser lo mismo cuando esto se termine. Y todas las soluciones son paulatinas y lentas, nos deberemos adaptar y plantearnos el reconocimiento del Estado hacia los artistas y sus espacios, que tanto han trabajado desde su lugar y lo específico que es el arte y la cultura de cada pueblo y cada lugar”, indicó luego.
Para Pablo Russo, además, es necesario desde el sector del arte hacer “una autocrítica, un mea culpa” y ver “cómo accionaremos en el futuro”: “Yo apoyo totalmente lo dicho en algunas notas que leí a músicos, sobre qué va a pasar después, si la gente va recordar todo lo que hicieron en este momento”, dijo el artista plástico.
Y con respecto al funcionamiento de su espacio, “El Limonero”, remarcó que no hay “ninguna actividad”: “Yo no doy clases y trato de amoldarme y acostumbrarme. Armé un grupo de alumnos por wasap y trato de dar clases por ahí. Por ahora estoy acompañando a los alumnos, que son mayores en muchos casos, y tratando de que no pierdan el hábito de pintar y de hacer alguna actividad artística. La idea es poder seguir dando clases de esta manera, apelando a la empatía de todos para ver cómo hacemos para que cada uno pueda seguir manteniendo su fuente de trabajo y no tenga que dedicarse a otra cosa, sino hacer lo que cada uno sabe y para lo que se preparó toda la vida”, sostuvo.
Asimismo, remarcó que, a puertas cerradas y desde la distancia social, se hace muy difícil la venta de obra. “Me solidarizo con algunos artistas, ya que este es el único recurso que tienen, vivir de lo que hacen. Algunos tenemos otras herramientas como en mi caso la docencia, y combinándolas vamos avanzando un poco y sobrevivimos en este panorama. Pero falta mucho en la sociedad el poder colaborar con los artistas, adquirir una obra les cuesta, más por desconocimiento y porque desde nuestro lado en su momento no supimos explicar o no pudimos expresar bien o trasmitir que lo que hacemos es porque nos gusta y es nuestra profesión, para la que nos preparamos. Eso es un proceso largo y en una crisis vemos que lo primero que se recorta es el arte y la cultura. Por eso me parece que somos un sector muy golpeado ahora y que será más golpeado: ya hay algunos espacios en nuestra ciudad que se han cerrado y los que no veremos la manera de ir mutando”, aseguró con preocupación.
En tanto, consultado sobre si la pandemia lo deprime o lo motiva para crear, Pablo Russo indicó: “Al principio estaba muy entusiasmado, me puse a hacer muchas cosas. Por eso estoy participando en varios proyectos virtuales de muestras colectivas, en la provincia de Buenos Aires, en un proyecto internacional con 10 países también… Al principio todo fue muy eufórico, me puse a hacer grabados, pero a medida que pasaban los días, se acerca fin de mes y hay que pagar el alquiler. Se complica. Las preocupaciones se apoderan de los espacios de creatividad y de disfrute que deberían ser el arte. Todos estos días fueron más de reflexión que de hacer. Yo sigo dando clases en la escuela primaria y parte de mi tiempo lo dedico a dar actividades a mis alumnos, a contestar inquietudes y acompañar, ya que siempre hay que acompañar en estos momentos. Y ahora estoy como bloqueado, no estoy haciendo obras, pero ya buscaré la vuelta y la manera de retomar la parte creativa”.
Exposiciones virtuales
Por otra parte, Russo informó que El Limonero comenzó con un ciclo de exposiciones virtuales: “Hoy inauguramos en la página de Facebook de El Limonero una muestra de María Eugenia Scioli, una gran artista que hace 20 años está en este espacio que tuvo su cumpleaños en marzo. Ella fue de las primeras alumnas, allá por el 2000. En esta oportunidad inaugura este nuevo formato de hacer una muestra virtual que teníamos programada para inaugurar en nuestro espacio de calle 21 en el mes de marzo. No se pudo, ella tenía su obra preparada y de a poco vamos a ir subiendo fotos y la disfrutaremos de esta manera, virtual”, comentó Russo y completó: “Es complejo mantener un espacio independiente en el momento que transcurre, cuando son más las preguntas que las respuestas”.