“El amor es básicamente querer ser amado”. Jacques Lacan
Todo es oscuridad, las luces, tenues, emergen. Tres mujeres, casi furtivas, aparecen. Sus palabras, fragmentadas, asumen una realidad dialéctica poco significativa.
Esperan…
En una imaginaria estación de tren, esperan…
Cada una ocupa un lugar en el espacio y poco a poco, entretejen la fábula, ambigua y desmembrada de sus vidas, una especie de oxímoron misterioso que el espectador deberá desentrañar.
De pronto, el tren pasa raudo, es una sombra de luz, un momento fugaz, un destello apenas…
Ellas, a través de sus máscaras, ensayan visibilizar lo invisible, asumen sucesivamente la personificación de la historia y, de una manera sutil, comienzan a desenrollar el ovillo, la urdimbre misma de sus vidas.
El relato asume distintos estadios: va desde la relación inicial de la imagen del espejo, hasta la constitución definitiva del yo en su más descarnada visión.
Otro tren pasa y en su huida deja al descubierto la plataforma de enfrente, donde un hombre y una mujer se encuentran. La historia propia deja paso a la ajena y, como expresa Lacan:
…“rebota en seguida(…) en una serie de gestos en los que experimenta lúdicamente la relación de los movimientos asumidos de la imagen con su medio ambiente reflejado, y de ese complejo virtual a la realidad que reproduce, o sea con su propio cuerpo y con las personas, incluso con los objetos, que se encuentran junto a él” (…) (Teoría del Espejo)
Sonia Daniel es la autora del relato que Jorge Naipauer y su elenco adaptaron para subir a escena en el Centro Cultural “La Gotera”.
La puesta revela una profunda observación del espacio.
El marco inicial muestra un cuadrado que enmarca un triángulo, donde cada mujer se instala; el encuadre no es estático ni rígido, con cada acción, con cada parlamento, muta, como un haz de luz que, alternativamente, lo revela.
Hay un trabajo muy fuerte, entre director y actrices en la elaboración de los personajes, se advierte la profundidad en el tratamiento que cada una hizo con ellos
El director ha sido meticuloso en marcar la profundización del cuerpo-mente de cada actriz, contrastando el estar presentes en la inmovilidad de unas, frente a otra que le da cauce al movimiento, haciendo visible lo invisible, poniendo toda su energía en él.
Hay un trabajo muy fuerte, entre director y actrices en la elaboración de los personajes, se advierte la profundidad en el tratamiento que cada una hizo con ellos, desmenuzando hasta en sus más sutiles complejidades a estas criaturas que deambulan esperando algo que cada vez parece más lejano.
Vanesa Aschero representa el nexo de este tríptico singular entre el ayer y el hoy, la que primero visualiza al hombre hermoso del andén, a la mujer que llega, al conflicto. Es la que desvela parte de la historia y pone en marcha su devenir.
Su actuación, reprimida y justa, distribuye la energía del personaje y logra encontrar el equilibrio exacto que permite fluctuar entre la luz y la oscuridad.
Luján Biaggini es una presencia perturbadora, un presente sin futuro.
Su personaje explora, en la reminiscencia, las conclusiones de una vida clausurada.
Con maestría fluctúa, en los momentos más intensos entre la simbiosis del pasado –del que abjura pero no puede escapar porque está allí como una llaga– y el presente que la encuentra vacía y sola.
Carolina Ezcurra es la más enigmática de las protagonistas.
Su figura inquieta, interpela al espectador y lo mantiene suspenso.
En una verdadera creación interpretativa, pone en juego recursos corporales que se convierten en un lenguaje que atrapa y encanta, produciendo una multiplicidad de sensaciones que no se explican por la racionalidad sino por el sentimiento que provocan.
“Herida Absurda” es la resultante de la simbiosis de fantasía y lirismo de una puesta magnífica, que mostró la maestría de un gran director y la excelencia de las actrices que dieron vida a sus criaturas.
Asistente de Dirección: Gabriel Alfonsin.
Fotos: gentileza de Magui Gimenez
Próximas funciones: 6 y 8 de enero 2021. Reservas al 02324-641621