Por Mónica Tirone
Acaba de fallecer un hombre digno, jugado, comprometido en la defensa de las causas justas, brillante intelectualmente, humilde en lo cotidiano, sensato, templado, generoso en compartir su conocimiento y su sabiduría. Cercano siempre a los jóvenes y trabajadores, supo enseñarnos las nociones de Política, de Economía, de Ética que formaron nuestras conciencias, cuando fuimos sus alumnos, ya sea en el sistema educativo formal cuanto en el informal.
Horacio Moavro era alegre y alentador nato, no dejó de acompañar a sus amigos -cuasi hijos mayores/cuasi hermanos menores- y a los seres de su entorno, en emprendimientos creativos, en caminos difíciles, en éxitos –transitorios o no.
Fue capaz de sufrir grandes dolores, pesadas pérdidas, y de reiniciarse con renovado entusiasmo, mostrándonos otra vez más el sendero a seguir.
No ha pasado en vano por la vida. Ojalá hubiera muchos Horacio Moavro para guiar a las generaciones jóvenes, para enseñar decencia en el ejercicio de la profesión que abrazó sin chicanas -la Abogacía- ; coherencia en la práctica de la acción política –aun padeciendo la cárcel, pero sin sacar nunca provecho de ello- ; disciplina y pasión para trabajar hasta los últimos días de su existencia; respeto por los pensamientos disidentes y por la vida democrática; rechazo por toda forma de violencia.
Nuestra infinita gratitud a la vida, por haber compartido parte de sus días.
Mónica L. Tirone es una reconocida docente de larga trayectoria en varios establecimientos educacionales de la ciudad.