Leandro Marquiegui, fiscal general adjunto de Mercedes, brindó un panorama desde lo penal y lo investigativo sobre el “grooming”, en una charla organizada por un conjunto de organizaciones que llevan adelante actividades en esta ciudad para prevenir ese delito.
Marquiegui es el referente a nivel departamental de la Procuración General en materia de delitos conexos con la trata de personas, pornografía infantil y grooming. Este tipo de casos son llevados por la Fiscalía de Investigaciones Complejas, con apoyo de la Oficina de Gestión de Información Tecnológica, dependiente de la Fiscalía General.
En el inicio de su exposición, Marquiegui explicó que el verbo “to groome” significa “preparar para un fin determinado”. “El groomer es un depredador que prepara a su víctima para el abuso sexual”, indicó a los participantes del encuentro de “Mercedes sin grooming”.
El Fiscal señaló que este delito es castigado con una pena que va de seis meses a cuatro años de prisión. El Código Penal sanciona el mero contacto de un mayor y un menor con esta finalidad, sin necesidad de probar un encuentro físico.
El “grooming” está intimamente relacionado con la pornografía infantil, los “groomers” forman parte de redes.
El “grooming” está intimamente relacionado con la pornografía infantil, un delito con penas más elevadas. Los “groomers” forman parte de redes que les aseguran la provisión de imágenes pero a la vez les demandan la “producción” de nuevas.
El delincuente se acerca al niño, niña o adolescente de manera virtual, a través de un perfil falso en una red social y genera confianza. Con empatía, lo convence de intercambiar fotos o videos con contenido sexual.
Esta situación puede llegar al Ministerio Público Fiscal (MPF) por dos vías: la denuncia de un familiar de la víctima o por la detección de las propias empresas de Internet que “rastrean” este tipo de contenidos y reportan la IP de los usuarios para que la Justicia sea alertada en forma inmediata.
Marquiegui recordó, a modo de ejemplo, el caso conocido como “del angel guardián”, un sujeto que desde Perú obtenía imágenes de al menos 90 niñas de diferentes países, entre ellas dos chicas de Mercedes, estudiantes de escuela primaria.
La familia de una de las chicas había denunciado la situación ante la Justicia pero la otra niña, una compañera de escuela, había entrado en el círculo del chantaje: el abusador le pedía más fotos de índole sexual a cambio de no difundir las anteriores.
“El menor tiene dificultades para salir de esta situación porque no quiere contarla”, explicó el Fiscal y subrayó que “le puede pasar a cualquiera”. “Los groomers tienen un montón de mecanismos para captar a los menores, que son sus víctimas”, resaltó.
“Si mi hijo es víctima, no entro en pánico ni me enojo”, recomendó Marquiegui y sugirió no denunciar en las redes, obtener capturas de pantalla para el resguardo de la prueba y enseguida hacer la denuncia en Fiscalía de calle 26 y 37.