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Pablo Blasberg: «Comencé a dibujar para matar el tiempo, porque el tren no venía»

“Estábamos en Entre Ríos, con mi abuelo, él me llevó a conocer su pueblo natal, Basavilbaso. Yo tenía entre 11 y 12 años, el tren no llegaba nunca y mi abuelo se durmió sobre la mesa en el bar de la estación de tren. Y yo sin nada para hacer agarré una birome y una hoja y entonces me puse a copiarlo: estaba con la cabeza apoyada sobre las manos, me llamó la atención que el dibujo salió y me entretuvo un rato. Hasta el día de hoy lo conservo”, cuenta sobre su primer recuerdo con el lápiz en la mano Pablo Blasberg, quien expone desde el viernes hasta hoy domingo en el Estudio de Arte Cueto.

Blasberg es un reconocido ilustrador y artista plástico, quien vive en Mercedes desde hace un tiempo, pero trabaja y ha trabajado en distintos medios del mundo. El humor gráfico, la ilustración, la caricatura y la historieta son sus fuertes, y en esta expo que se llama “Humor en cuadritos” se puede ver una selección de chistes que fueron publicados en las páginas del Diario Muy, del grupo Clarín, entre los años 2010 y 2015, reproducidos en alta resolución sobre tela.

«Es algo de la expresión infantil dibujar, pero no todos continúan en su adolescencia o adultez»

“Desde entonces me di cuenta que el dibujo era un entretenimiento, lo hice para matar el tiempo porque el tren no venía nunca”, retoma sobre sus inicios. “Así que me encantó y desde ahí seguí dibujando, por placer, y luego con los años se fue transformando en una profesión. Es algo de la expresión infantil dibujar, pero no todos continúan en su adolescencia o adultez”, dice.

Lo cierto es que Blasberg a los 16 años empezó a publicar, más profesionalmente, primero en revistas de barrio y luego en otras más importantes. En el año 1989 obtuvo un segundo premio en un concurso de caricaturas entre miles de trabajos presentados a requerimiento de Clarín y eso fue un espaldarazo importantísimo: lo llamaron para trabajar en la redacción, y junto a Fontanarrosa, Sabat y otros tuvo “una escuela maravillosa, la mejor”: “Descubrí que había mucha gente que vivía de eso, y no solo la cuestión del dibujo me interesó sino el clima y el ambiente periodístico fue muy estimulante para mí. Me relacionaba no sólo con dibujantes sino con periodistas de literatura, cultura, espectáculos, y eso empezó a generar un aspecto enriquecedor para mi vida”, cuenta.

«El humor es una herramienta fantástica porque permite dar una mirada irónica, ácida, crítica o a veces de mayor ternura»

Y es claro que mientras uno espera que venga el tren, pueden pasar cosas interesantes en la vida. “Como la mayoría de la gente interesada en lo que pasa en el mundo yo leo muchos diarios, y así va decantándose una opinión propia. El humor es una herramienta fantástica porque permite dar una mirada irónica, ácida, crítica o a veces de mayor ternura. Una opinión, una mirada más profunda. Esa es una de las cosas más fantásticas del humor que se hace con dibujo y texto”, dice Blasberg.

En esta ocasión a sus trabajos los presenta en formato de obra en la expo. “Es una experiencia interesante, que hago por primera vez. Salgo del formato papel o digital y la transformo en un objeto de arte que puede estar colgado en una casa. Y me da felicidad porque la preocupación es constante porque el dibujo sea bonito, los personajes sean divertidos, que haya una interesante paleta de colores y claridad en el mensaje. Al ver el cuadro colgado me gusta lo que veo”, afirma.

Para quienes no vieron “Humor en cuadritos”, este domingo es el último día en que se puede visitar, de 18:00 a 21:00 horas, en el Estudio de Arte Cueto, calle 19 entre 18 y 20, un espacio que es una burbuja en medio de tanta locura y trajín cotidiano y en el que se abre una ventana a otros sentidos y sentires. Hay un montón de disciplinas que tienen lugar en su agenda de eventos, con su propia trastienda y venta de obra que permite difundir a artistas locales y de otras ciudades y su trabajo.