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Trabajar de lo que más gusta: un desafío posible

Agustín se acerca a la consulta teniendo en claro qué es lo que más le gusta hacer, su hobby favorito, pero bastante perdido respecto de cómo continuar sus estudios.

– A mí me gusta la música. Toco el piano desde los diez, más o menos
– ¿Le dedicás mucho tiempo?
– Sí, que se yo. Me gusta. Con las clases y todo son muchas horas a la semana. Pero es un hobby
– ¿Qué significa ese «pero»?
– Que una cosa es el hobby y otra lo que me voy a dedicar toda la vida.
– Pero si tocás el piano desde los diez, ¿qué te hace pensar que no seguirás tocando por mucho tiempo más?

Agustín divide las aguas entre el trabajo y el hobby. El trabajo, para él, es una actividad que cobra valor a medida que aumenta el sacrificio que se requiere para llevarla a cabo. La primera definición que encontramos en Google en la palabra «sacrificarse» es: Hacer algo difícil o que no gusta o renunciar a una cosa por beneficiar a alguien o por obtener algo.

¿El trabajo en tanto sacrificio es renunciar a lo que a uno le gusta en pos de un tercero? ¿Es poner nuestra identidad como moneda de cambio para obtener un bien del otro? ¿Es ponernos en pausa como seres deseantes y desarrollar aquello que la sociedad supuestamente pretende, es decir, la demanda del mercado?

En la definición de hobby, en cambio, encontramos «Actividad u ocupación que se realiza meramente por placer durante el tiempo libre». ¿El tiempo libre es libre del trabajo?

Entonces, ¿puede un hobby convertirse en trabajo? Claramente no. Al menos si pretendemos respetar estas definiciones, podrían pensarse como opuestos. ¿Y debemos respetar estas definiciones?

– Tengo miedo que me deje de gustar
– ¿Por qué te dejaría de gustar?
– Yo ahora toco cuando tengo ganas. Si tengo que hacerlo por obligación o estudiar obras que no me gustan, por ejemplo, puede que me deje de gustar, y no quiero eso.
– ¿Y no tenés miedo a que el trabajo o cualquier carrera que elijas, no te guste?

Si el trabajo gusta o no, de acuerdo a las definiciones precedentes, es secundario. Una de las frases más populares (y políticas) respecto al trabajo es la que dijo el filósofo Marx hace doscientos años: El trabajo, ante todo, dignifica al hombre. Pero el trabajo, en sentido general, borra cualquier diferencia, no discrimina matices. Y nada que borre las diferencias puede dignificar al hombre que, por definición, es único, individual, irrepetible, etc. etc.

– Yo me considero perseverante. Podría sacrificarme estudiando una carrera, la que sea, hasta terminar si sé que voy a tener trabajo.
– ¿Es necesario sacrificarse? ¿Con el esfuerzo no alcanza?

El esfuerzo, el compromiso y la dedicación que uno pone en lo que elige no es lo mismo que el sacrificio. El sacrificio es despojo, entregarse al otro, sea a modo de promesa o de ofrenda, como los indígenas que sacrificaban a sus hijos y se los ofrecían a alguna divinidad. El esfuerzo, en cambio, es un ejercicio necesario para crecer en la constancia, para mantenerse en pie ante las tormentas que pudieran llegar, y para reafirmar el objetivo.

– Agustín, yo te voy a decir una serie de palabras y quiero que vos me digas lo primero que se te venga a la cabeza, ¿de acuerdo?
– Dale, a ver…
– Responsabilidad, compromiso, dedicación, constancia, perseverancia…
– Mi viejo. Son cosas que él siempre dice. Y quiere que yo sea así.

Toda la infancia y la adolescencia de Agustín (como de tantos otros) estuvo marcada por estos valores que su papá le fue transmitiendo. Pero para que cada uno de estos conceptos abstractos sean una «transmisión» y no una «imposición» deberían cobrar diferentes matices al momento de pensarlo en lo concreto. Ese trabajo de clarificación y de apropiación, por parte del receptor, resulta necesario si queremos dar cierta plasticidad a la idea de hobby y de trabajo.

Si estos valores (¿mandatos?) refieren siempre a lo que otro espera de mí (sea mi padre, mi madre, mi jefe, la sociedad o la cultura) entonces la búsqueda se torna algo “trabajosa”, y el camino es el sacrificio de adaptarse a lo esperable. Ahora bien, ¿Puedo poner la dedicación, la responsabilidad, el compromiso y la constancia al servicio de aquello que nació justamente como lo opuesto, destinado al tiempo libre y a lo placentero? Ahí está el desafío.

Si Agustin lograra hacer esa traspolación entonces se habrá apropiado de los valores y podrá estar comprometido con lo placentero, ser responsable con su deseo y dedicarse de manera constante a su hobby.


Marcos Tabossi
www.vocaciondeorientar.ar
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