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Crisis de identidad

Hay tiempo para todo, incluso para estar perdido.

La etapa adolescente está caracterizada por una crisis de identidad, un sentimiento de desorientación, un período donde se soltó la liana de la infancia pero aún no se pudo alcanzar la de la adultez. Es, claramente, una fase de transición. Este período, marcado por la ambigüedad y la incertidumbre, se asemeja a una especie de laberinto psicológico, donde los jóvenes se encuentran en un estado de búsqueda continua debido a los cambios en su entorno y en su propia identidad.

Este proceso de búsqueda se ve exacerbado por el fenómeno conocido como separación-individuación, es decir, momento donde los adolescentes se distancian progresivamente de sus figuras parentales que dejaron de ser los referentes que fueron en la infancia. Los bastiones en los cuales fue construyéndose la identidad empiezan a ser insuficientes y surge una sensación de pérdida y desorientación.

La etapa adolescente está caracterizada por una crisis de identidad, un sentimiento de desorientación, un período donde se soltó la liana de la infancia pero aún no se pudo alcanzar la de la adultez.

Justo en este contexto de turbulencias es cuando el mandato social los empuja a tomar decisiones cargadas de una connotación de proyección de vida, del para siempre. Los jóvenes se ven presionados a emprender la tarea de definir su identidad, lo que implica tomar decisiones significativas sobre su futuro ¿Están preparados? ¿Es preciso estar preparado para tomar decisiones o es tomando decisiones como uno se prepara, en este caso, para la vida?

Asumir el riesgo de explorar, de aventurarse y de probar es ya una decisión importante en el camino de la independencia. Una decisión que puede ser la causa o el efecto de sentirse perdido.

Dice Ferrari: «Es necesario aclarar que hay un tiempo necesario para estar perdido. y, más que necesario, muchas veces es inevitable, porque las cosas del mundo se ha transformado. Se ha perdido la guía de los padres, en el sentido de que ellos hasta ahora nos señalaban el camino. Uno está perdido porque ha decidido dejar las guías que le marcaban el camino pero todavía no tiene claro su propio rumbo. Desde que nuestros padres dejan de ser nuestra referencia hasta que podemos movernos independientemente de ellos, hay un espacio, un tiempo de estar perdido»

La confusión y la búsqueda son etapas cruciales en el proceso de desarrollo de la identidad

La confusión y la búsqueda son etapas cruciales en el proceso de desarrollo de la identidad. Si este tiempo de «perderse» puede sostenerse, incluso aunque esté cargado de ansiedades, angustias, temores e incertidumbres, posiblemente se constituya en una oportunidad de crecimiento y autonomía. A través de la exploración y la adaptación, cada individuo forja su camino único hacia la madurez psicológica.

En última instancia, este proceso de búsqueda prepara el terreno para lo novedoso, el acto creativo de diseñar lo nuevo, es decir, lo propio, y a partir de allí una identidad más sólida. A medida que los individuos abrazan las incertidumbres de esta travesía, emergen con una comprensión más profunda de sí mismos y de su lugar en el mundo.


Marcos Tabossi
www.vocaciondeorientar.ar
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