Por Ariel Dulevich Uzal. Los intentos de algunos sectores mediáticos por atribuir a parcialidades partidarias la masiva movilización de este sábado resultan vanos.
El pronunciamiento ciudadano que recorrió todo el país no respondió a banderas políticas, sino al repudio generalizado ante el discurso violento, discriminatorio y autoritario del presidente en Davos.
Sus declaraciones, lejos de ser aisladas, reflejan una vez más el pensamiento fascista que impregna sus decisiones, actitudes y excesos retóricos en el ejercicio del poder.
Lo que se vivió fue una expresión colectiva que trascendió identidades individuales —todas legítimas— y reunió de manera espontánea a amplios sectores de la sociedad. Fue una reacción firme y contundente contra las agresiones reiteradas del gobierno, que lesionan principios fundamentales de la República Democrática.
Lo que se vivió fue una expresión colectiva que trascendió identidades individuales —todas legítimas— y reunió de manera espontánea a amplios sectores de la sociedad.
La civilización democrática, basada en la tolerancia, el respeto al disenso y la igualdad, fue el eje de quienes salimos pacíficamente a las calles.
La movilización no fue solo un acto de protesta, sino una advertencia clara al presidente y su entorno: la sociedad rechaza enérgicamente sus desviaciones autoritarias y su declarada intención de desmantelar el Estado.
Porque el Estado no es una abstracción ni un enemigo a vencer, sino la organización jurídico-política que representa a la Nación misma.
Ariel Dulevich Uzal es mercedino y ex Subsecretario de Turismo de la Nación durante el gobierno del ex presidente Raúl Alfonsín
