Cuántas bromas y ocurrencias, cuántos gestos de solidaridad e ideas creativas nos hemos perdido en los medios locales en el último año.
Es que hace 365 días nos dejaba Fernando Luna, un honesto trabajador y emprendedor de distintos formatos como la radio y la televisión, por citar algunos, cuyo estilo era marca registrada y también lo era su compañerismo y solidaridad, sus gestos, su dedicación a la comunidad.
Por estos días y mientras aún resuena su voz en toda celebración mercedina, por ausencia, se lo extraña pasar en su bicicleta o en la rodante por las calles, y se lo quiere homenajear como mínimamente se merece por todo lo que hizo y dejó entre todos y que aún es presente.
Es que Luna entre otras cosas fue un artífice de la recuperación de la Estación Trocha (hoy Centro Cultural) para la comunidad. El creyó en ese espacio y lo cuidó para todos, como visionario que era, cuando solamente los yuyos y el abandono eran protagonistas del lugar. Por esto muchos han planteado la idea de que esa estación lleve su nombre.
Mientras aún resuena su voz en toda celebración mercedina, por ausencia, se lo extraña pasar en su bicicleta o en la rodante por las calles, y se lo quiere homenajear como mínimamente se merece
Otros, colegas en su mayoría, que lo quisieron y respetaron, también hablan de la posibilidad de que se le haga un monumento en la avenida 40. E incluso se han comenzado a juntar firmas para que eso sea presentado ante las autoridades y se le de tratamiento como ordenanza.
Fernando Luna era un hombre que a toda propuesta decía que sí, para poder construir.
Lo cierto es que más allá de todo Fernando –conocido animador cultural, bohemio y profesional de los medios en partes iguales– un 15 de septiembre moría de un paro cardíaco durante un partido de fútbol. Jugando, como le encantaba vivir, se iba de este mundo. Y lo que dejó en este fue mucho: sobre todo su falta de egoísmo, su empatía y generosidad, su creativa audacia y empuje; su estar al servicio de la ciudad que tanto amaba en cientos de cosas.
Ya es hora de devolverle algo a quien tanto dio. Al menos por su memoria. Monumento, nominación de espacio, mural… como se llame, como se logre. Su ausencia se nota y debe regresar como merece. De gran forma. Hoy y siempre presente.