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Entre la luz y la oscuridad

Retomamos hoy viernes el Evangelio de San Lucas, en el capítulo 16 versículos 1 al 8, donde Jesús nos pinta con otra parábola lo que es nuestra vida. Es la parábola de este servidor, de este empleado, que “trampea” a su jefe. Y Jesús termina diciendo miren que astuto que ha sido este hombre. Y no lo alaba por la astucia sino para marcar la diferencia, porque terminas diciendo los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz.

Nuestra vida transcurre en estas elecciones entre la luz y la oscuridad, la luz y la tiniebla, entre lo que está bien y se nos aparece como tal, y lo que es un mal y se nos aparece disfrazado de bien. Entonces importante es el discernimiento.

La libertad no es elegir entre el bien y el mal, ya que ninguno elige el mal por sí mismo, dado que este mal –objetivamente hablando– se nos presenta disfrazado de bien, de luz, cuando en sí mismo es oscuridad. Y sabemos perfectamente que el enemigo, el demonio, solamente nos conduce al lugar de donde proviene: el infierno.

Nuestra vida tiene que tener esta gran cuota de discernimiento: de allí la importancia del don de Ciencia y de Consejo. Dones del Espíritu Santo para que nuestras elecciones sean acertadas. Y nuestras opciones de vida sean acertadas.

Que en este devenir de la historia en el que tenemos que navegar entre luces y sombras, mucha tiniebla y algunas certezas, siempre sigamos al verdadero par: Jesús, luz del mundo.

Y que en esto nos acompañe la Virgen Santísima.