¿Quién enseña hoy día a nuestros niños y jóvenes estos dos conceptos fundamentales para la vida en sociedad: “respeto” y “prójimo”?
¿La familia se olvidó de su obligación educadora? ¿La escuela no los incluye en el currículum? ¿Los ministerios de Educación los borraron de sus respectivos diseños curriculares?
¿Y qué hicieron de las enseñanzas recibidas al respecto los adultos, de cuarentones en adelante, que lucran alquilando quintas o espacios de esparcimiento, sin límite alguno en las condiciones de uso?
En la noche del 10 al 11 de marzo (es decir, entre ayer y hoy) debí llamar cuatro veces al 147, por ruidos molestos –música a alto volumen– entre las 3,15 y las 5,45. Obviamente, no pude dormir en toda la noche. La escuchaba como si la tuviera en mi ventana. En mi tercera llamada, me informaron que la inspectora había ubicado la quinta de donde provenía el alto sonido y que se trataba de una fiesta realizada por alumnos de una escuela privada, para celebrar el “último primer día”. Al inquirir la localización del predio, me negaron la información, hecho comprensible a primera vista.
Es lógico considerar que todos tenemos el derecho de divertirnos. Pero también es lógico pensar que nuestros actos no deben molestar al prójimo, no deben avasallar sus derechos, no pueden dejar de respetarlo.
Si en cada ocasión en que actuamos, estamos atentos a la resonancia que esos actos tienen en el otro –el prójimo– y mantenemos en un sitio primordial nuestra actitud de respeto, la vida de todos y de cada uno mejora y la convivencia social se vuelve pacífica, productiva y humana.
Mónica Tirone. DNI 10.826.989 – Barrio San Jorge.