Inicio Una mirada de la ciudad Nada los obliga… sólo el dolor de los demás

Nada los obliga… sólo el dolor de los demás

Un bombero le explica a una señora que las ramas del árbol son parte del hábitat del gato, que no se preocupe, que no hay riesgos, que así como el gato pudo subir también puede bajar. La señora teme por su mascota. La llama con un chistido mientras frota el pulgar con el índice, haciendo el gesto que se relaciona al dinero. El muchacho la convence al decirle que, en todo caso, espere un rato más, y si no baja, entonces ellos se encargarán.

El bombero es un chico joven, debe andar por los veinte años.

Unos días atrás había una mesa con sombrilla en una esquina del centro –como esas que hay en épocas de campañas– con bomberas y bomberos intentando vender rifa a la gente siempre apurada.

Cuando pienso en los bomberos voluntarios me viene el recuerdo del incendio en Disco Libra, en la 27 y 24, en el verano del 2000. Me pasé aquella madrugada viendo cómo se movilizaban heroicamente encima de los techos. Quizás, el chico que ahora le sonríe a la señora en señal de haber llegado a un acuerdo, ni siquiera había nacido.

¿A qué edad se puede ser bombero? ¿Qué motiva inscribirse en un servicio por demás de plural y demandante? ¿Cómo mantienen semejantes autobombas?

Me presento en el cuartel de la calle 22, quiero charlar con alguien, saber cómo es ser bombero.

–Hablá con Mario, más que él no va a saber nadie acá –me dice el bombero que me atiende.

Son las diez y cuarto de la noche y estoy caminando entre las autobombas esperando que Mario Quaglia, jefe de Cuerpo de Bomberos, me atienda. Siento por un momento que estoy molestando en un horario tan inadecuado, pero después se me pasa porque para un bombero no hay horarios con categorías.

–Mario, ¿cuáles son las condiciones para ingresar?

–Tenés que tener una determinada edad, entre los 18 y los 43. El Cuerpo de Bomberos elige los topes de las edades, tenés que estar bien psíquica y físicamente y no tener antecedentes. Después hay que cumplir con el curso de ingreso que dura entre seis meses y un año.

–¿Es un entrenamiento físico, el curso?

–Es información más práctica. Todo referido a extinción de incendios, rescates, rescate en altura. Los chicos no salen a los servicios hasta que no tengan todo: la capacitación y también la obra social y el seguro para salir.

–¿Cuántos son en el plantel?

–En la última tanda entraron 20 y en total somos 70. Este es el primer curso mixto que tenemos. Hay creo que 14 mujeres, ahora.

–¿Por qué alguien elige ser bombero?

–Yo hace 35 años que soy bombero. Calculo que inicialmente es por una amistad o conocido, o porque los viste trabajar en un servicio… es una inquietud. Después entrás y esa inquietud se transforma en un montón de cosas antes de salir a la calle: la capacitación, el orden interno… si ahí no tenés vocación no llegás a estar tanto. Hay distintas etapas personales que el bombero tiene que superar. Entrás soltero, por ejemplo, es una etapa, te casás, otras obligaciones, otra etapa, vienen los chicos, otras obligaciones, otras etapa, viene el trabajo y la responsabilidad… entonces ser bombero empieza a quedar siempre más lejos en el orden de prioridades. A esas etapas las tenés que ir acomodando, y si no tenés vocación te queda tan lejos que te vas solo. Y la otra es que quizás lo que vos ves no es lo que esperabas de un servicio o un accidente. Te puede resultar chocante un accidente, entonces vos decís “esto no es para mí”. Ha pasado también.

Una vez, en circunstancias profesionales, conocí un bombero que se estaba recuperando en un hospital. Tenía la mitad del cuerpo quemado y sonreía –me sonreía– al verme llegar. Contaba una y mil veces lo sucedido con un orgullo que era un manantial interior apagando los presuntos ardores. Había salvado a una nena y esa marca, como las quemaduras, también le quedaría de por vida. ¿Necesitaba un psicólogo aquel bombero?

–Mario, ¿hay asesoramiento psicológico?

–Sí. Ahora casualmente tenemos la especialidad de psicología de las emergencias. Es un puntapié inicial. Es un asesoramiento que se les brinda a las instituciones cuando es necesario. Igual nosotros tenemos ciertos tips, como charlar después de un servicio para sacarte el estrés postraumático. Por lo general, lo más estresante, son los accidentes. Entonces charlar te hace descomprimir.

–¿Qué tipo de servicios son los más comunes?

–Los incendios de pasto, en verano, y también en invierno por las heladas. Tenés un promedio anual de 700 servicios. Muchos servicios de escape de gas, también.

–¿Cuáles fueron los más memorables?

–Los servicios de incendios de estructura dentro de la ciudad, por ahí –mira para arriba, pensando–. Todos son complejos, de distintas características, pero complejos. Pero esos son los más recordados y tiene la complejidad de que están en la ciudad y vos tratás de contenerlos para que no se expanda.

–Me acuerdo el de Disco Libra…

–Eso fue en el 2000, creo. Esos siempre son recordados y sacás experiencia. En ese teníamos menos autobombas que las que tenemos ahora. Con el incendio de la Boston –la panadería–, por ejemplo, teníamos más y resultó un servicio más efectivo. Estábamos cerca y todo funcionó a la perfección. Se trabajó desde las ocho de la mañana y a primera hora de la tarde ya estaba extinguido y controlado el incendio.

–¿Y los más trágicos?

–Uno recordado fue en Gowland, donde un tren agarró a una gitana y fallecieron como siete personas. Ese es recordado. Pero más que recordarlos por lo que se perdió, tratamos de recordar por lo que se salvó. Hace tres meses los chicos sacaron a un hombre atrapado de adentro de una camioneta. Nos preparamos para eso más que para lo otro que no se puede hacer nada.

Le pregunto a Mario todo lo que se me viene en mente. Él, predispuesto, se esmera por explicarme al detalle el funcionamiento de la institución, el puntaje que hay que alcanzar para lograr la permanencia, la organización de los servicios, las tareas extras, etc. Le pregunto por la historia, el origen:

–Hay un video en Youtube que está muy lindo. Es del 2008, creo, y cuenta un poco nuestra historia –toma el control remoto de arriba de la mesa y se dispone a buscarlo en la tv Smart.

–Está bien, no te quiero robar más tiempo. Yo después lo busco.

–No hay problemas. Lo vemos acá sí querés, son unos minutos.

No sé cuántas veces habrá visto ese video, pero se nota que, cada vez, lo disfruta y se enorgullece. El video dura cerca de siete minutos y hace un recorrido histórico desde la fundación oficial de la sociedad “Cuerpo de bomberos de Mercedes” el 20 de septiembre de 1943. La primera imagen es un escudo con una frase muy sintética –y poética– del espíritu del bombero en la que nunca había reparado: “Nada nos obliga… solo el dolor de los demás”.

Estamos cerca de la medianoche y Mario sigue con la predisposición y la paciencia del primer minuto, explayándose en cada una de mis dudas.

–¿Cómo se mantiene todo esto, Mario? ¿Qué tipo de subsidios tienen?

–Hay subsidios nacionales, algunos provinciales y otros municipales. Pero son subsidios destinados a algo en particular. A veces tenemos ayuda en forma privada, también.

–¿Te dicen cómo gastar la plata?

–Hay camiones, por ejemplo, que compramos con subsidios nacionales que solo están destinados a eso. O si no, hay subsidios donde te dicen los porcentajes de cómo gastar ese dinero. Pero después tenemos que pagar la luz, los servicios, el mantenimiento. Y la gente eso no lo ve. Por eso necesitamos, para el cumplimiento de servicio, una ayuda de toda la comunidad. Por eso hacemos la rifa, para mantener otras cosas que no alcanza el subsidio. Además tratamos de renovar los vehículos para gastar menos en mantenimiento, y al mejorar la tecnología reducimos mano de obra. Porque los arreglos los hacemos nosotros mismos, y si a vos no te uso para arreglar el camión, puedo usarte para capacitarte ¿Me entendés lo que te digo?

–Está claro. Tiene que ver con decisiones propias de hacia dónde quieren ir…

–Nosotros tenemos un sin fin de proyectos institucionales a mediano y largo plazo. Lo interesante es adónde vamos, y como hacemos para llegar. También podemos reducir gastos haciendo prevención. Si yo saco esa camioneta 30 veces al mes para apagar 30 pilas de ramas, es porque alguno las está prendiendo. Se está haciendo la concientización, pero hay que trabajar sobre la prevención. Y para los proyectos que tenemos, la venta de la rifa es importante porque desde ese lado podemos avanzar bastante sobre todo en estas cosas que no se ve. Sostener todo esto es un costo inmenso. También estamos cambiando las comunicaciones. Las comunicaciones para el servicio de emergencia son fundamentales, no hay otra historia. Estamos pasando de lo analógico a lo digital. Eso tiene un costo en dólares. Empezamos hace tres años y ahora se complicó, pero lo tenemos que ir cambiando y estamos en el salto. Cambio de tecnología, otro tipo de prestaciones… con esta nueva tecnología vamos a tener 20 años por delante.

El promedio de servicios en un año es de setecientos. En promedio, entonces, dos veces al día, cada día del año, los bomberos entran en acción. En la mayoría de los casos es para apagar un incendio de pasto, o por escape de gas, o para rescatar a algún animalito.

Detrás de la figura heroica, del valiente que salva vidas, de aquel que no le teme al fuego ni a las alturas, del héroe cotidiano que al estilo Clark Kent deja su tarea ordinaria para ponerse el traje con capa de bombero en una cabina telefónica, hay un hombre o una mujer que intenta vender una rifa, que se levanta de madrugada para apagar una pila de ramas, que intenta convencer a una señora que el gato arriba del techo no corre riesgos, o que deja todo para anular un escape de gas de una casa deshabitada.