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La colombofilia en la vida de Julio Falabella

Un sinónimo de colombofilia es Julio Falabella, mercedino, que justamente hoy cumple una buena cantidad de años en el deporte que lo apasiona. “En realidad son 50 años que me dieron el carnet”, recuerda del momento que realizó el trámite, pero sus inicios con las palomas datan de su infancia cuando a los 10 años en el 1950 tras fallecer su padre le regalaron lo que sería su pasión: una yunta de palomas.

Está involucrado hace más de 70 años en la colombofilia.

Julio recuerda que la Sociedad Colombófila en Mercedes primero estuvo en 18 entre 33 y 35, lo que luego sería el Club Talleres Payró.

Le siguió la mudanza al club Gimnasia, en la 23, hasta que compraron terrenos junto al ferrocarril Sarmiento donde está la actual sede, en calle 8 entre 13 y 15.

Aunque en lo personal recuerda: “Mientras pude tuve un palomar propio, lo tenía en la calle 15 y 106, la antigua casa paterna donde yo después me hice la casa al lado. Allí tenía el palomar Arco Iris, donde actualmente vive mi hijo Gabriel, ese lo tuve casi hasta el 80”, recordó para pasar luego por los tiempos de viajante, en lo que resultaba ser su ocupación y de paso conoció colombófilos en distintos puntos.

“No abandoné nunca la colombofilia, después volví en palomares con amigos como “Bocha” Dagnino muchos años, José Bereterbide, con el doctor Jorge Venere en el palomar más grande de Sudamérica en Areco, y ahora hace 4 años que estoy en San Andrés de Giles y repartimos el cuidado. Yo viajaba todos los días, pero actualmente no lo hago por la pandemia. Llego a la mañana y me vuelvo a la 3 de la tarde”, cuenta Julio para destacar que “los últimos 20 años la pasé en palomares ajenos pero como si fuera el mío”, con pasión.

-¿De concursar en carreras toda la vida también?

-Sí, siempre. Tuve el honor de estar con colombófilos de Chile, donde se corrió un Gran Premio con mi nombre, muchísimas ciudades de acá del país, y con el programa de radio es un éxito ya que me llaman de todas partes del mundo. El circuito de Pergamino que ponen los camiones me pasó a buscar para que fuera con ellos a hacer la recolección para la carrera de Santa Rosa, transmitiendo la largada desde el autódromo. Este año si se permite ya tendría que correrse el 30 de agosto la Gran Santa Rosa con 25.000 palomas y decidieron que lleve mi nombre. Esas son cosas que ayudan el alma y no se gana mucha plata.

Tuve el honor de estar con colombófilos de Chile, donde se corrió un Gran Premio con mi nombre.

-¿Hace cuánto que ya está con el programa de radio?

Ya vamos 21 años, empezamos con Cristian mi hijo que nos conectaba a internet, también estaba Alejandro Fernández en Radio Vida, después Mercedes, Mágica y ahora en La Tribuna. Buscando siempre que la radio se pueda escuchar al tener oyentes de todas partes. Son las 2 de la mañana y escuchan desde Tenerife (España), y en Guadalajara (México) nos siguen. Es por las palomas que la gente nos conoce.

-¿Le quedó algo pendiente en la colombofilia?

Sí, llegar a la cuna de la colombofilia en Bélgica, en Europa. Hubo viajes que no los pude hacer en los tours que se hacen. Allá se vendió un palomo en 1.400.000 dólares que lleva el nombre de Armando por Maradona, es como que un fanático de fútbol pueda viajar a un Mundial. Acá la cuna es Zárate, llegaron en 1886, desembarcaron un 16 de agosto viniendo desde Amberes. Siempre estoy conectado, me mandan fotos y videos, ya que conocer esos palomares es conocer la historia.

Anécdotas y más
Julio Falabella no olvida cuando vino un fotógrafo desde los Estados Unidos, y marca: “La colombofilia no tiene fecha de vencimiento, en el interior se ve mucha gente joven y con entusiasmo, en las reuniones se ve toda la familia que va a las fiestas, en la grandes ciudades ya no se ve, es donde crece en el interior y me pone muy contento”.

“La colombofilia es un deporte de la época que corríamos pegado al tren con la canasta de palomas, le poníamos un cartel para el jefe de la estación que las largue el domingo y nos avisaban por telégrafo a la hora que se largaban. Hoy es otra cosa, hay otras comodidades, por el teléfono vemos las sueltas. Nos vamos adaptando, ahora tenemos chips y antes usamos la tabla de logaritmos”, concluye.