Argentina es uno de los países en la región que más exporta peras. En pocos lugares del mundo, como en el Valle del Río Negro, se obtiene un fruto que destaca por su sabor y aporte nutricional.
Sin embargo, a pesar de su reconocimiento internacional, la pera no es una fruta sencilla de comercializar, por lo cual el sector frutícola continúa enfrentando nuevos e importantes desafíos.
La fruta más demandada
Cuando comenzó la producción en el Valle del Río Negro, las frutas más plantadas fueron las manzanas. Asimismo, fueron las primeras frutas exportadas con las que Argentina tuvo éxito en el mundo.
En los últimos 30 años, la producción se volcó hacia la pera, al ser una fruta con la que mejor se podía competir en los mercados extranjeros. Según un informe del Senasa, existen 23.000 hectáreas plantadas con peras y 20.000 con manzanas. Una situación similar se dio en el ámbito de la producción comercial, donde las primeras obtuvieron un total de 600.000 toneladas, mientras que las segundas unas 540.000 toneladas.
El éxito de este fruto también se debe a sus múltiples propiedades nutricionales, razón por la cual instituciones como la Fundación Española de la Nutrición (FEN) recomiendan su consumo.
En cuanto a vitaminas, destaca su alto contenido en vitamina C, imprescindible para mantener la estructura de la piel. “En el sector de la belleza, la pera es una fruta muy utilizada para retrasar los signos de envejecimiento y eliminar toxinas que dañan las células de la piel. Por esta razón, cada vez más salones de belleza están incorporando tratamientos con mascarillas de peras, ya que el elevado contenido en agua de la fruta (85 %) combate las líneas y la aparición de arrugas en el rostro”, apunta Irina Torres, encargada de la sección Belleza en SuperGuapas.
Por otro lado, la pera se mantiene hace más de una década como la estrella de la exportación argentina, aportando entre el 35-40 % del volumen y valor total de fruta fresca exportada. Dentro de los países con mayores exportaciones destacan como destinos tradicionales Brasil, Rusia, Estados Unidos, Canadá y países europeos como Italia, Holanda y Alemania.
Durante los últimos años, la exportación también creció en los países de América Latina específicamente en Brasil, Perú, México, Colombia, Paraguay, Uruguay y Bolivia.
Desafíos
A pesar de sus cualidades culinarias y de ser parte de la cultura de los países del norte, el sector se tuvo que enfrentar a varios desafíos de la fruticultura y del comercio moderno.
Los principales problemas que surgieron fueron por su delicadeza, menor vida postcosecha, susceptibilidad a ciertas plagas y dificultad de cosechar y comercializar en su momento de madurez. Precisamente, estas cuestiones dificultan su producción, traslado y comercialización.
Sin embargo, gracias a las nuevas tecnologías se logró mejorar la producción, conservación y manipulación. También los fruticultores en el Valle han trabajado fuertemente para ajustar la producción, cosecha y empaque, con el objetivo de conseguir una pera de óptima calidad y buen tamaño.