Dentro de las muchas dificultades que pueden asediar al sector agropecuario, las malezas son las más resistentes a lo largo del tiempo.
¿Cuáles son las más frecuentes y cómo combatirlas?
Aquí te proponemos una guía.
Las malezas más frecuentes en el campo
Se llama maleza a aquella planta que crece en épocas y lugares donde no se desea que lo hagan, ya que interfieren con la actividad humana al competir con los cultivos por el agua o la luz del sol y pueden generar pérdidas de cantidad o de calidad de la producción. También pueden ser huéspedes de insectos o plagas que afectan a los productos. Sin embargo, para el ojo inexperto puede ser difícil reconocerlas. Las más comunes son:
- Sorgo de Alepo (Sorghum halepense): si bien es parte de las noticias de campo desde la década del cuarenta, el crecimiento de los cultivos de maíz ha favorecido su propagación. Afecta de forma continua y resistente a los cultivos de verano.
- Gramón o grama (Cynodon dactylon): se reproduce tanto por semilla como por rizoma. Si bien se han utilizado estrategias para su erradicación, es una maleza perenne que afecta a los cultivos de soja y girasol.
- Avena Negra (Avena fatua): esta planta, que afecta principalmente a los cultivos invernales, es frecuente en los cultivos de trigo y cebada. Al expandirse, causa graves pérdidas en tanto cantidad y calidad de la producción, pero algunos cultivos ayudan a su reducción.
- Chamico (Datura ferox): se focaliza en los cultivos otoñales, pero, gracias a la acción de separación de las cosechadoras y a la imposibilidad de esta maleza de reproducirse lejos de la planta madre, se reduce significativamente su campo de acción.
- Otras especies: son frecuentes, también, el Yuyo Colorado (Amaranthus sp.), Cloris (Chloris virgata), Siempreviva (Gomphrena pulchella), Cerraja (Sonchus oleraceus), Flor de Santa Lucía (Comelina erecta), Rama Negra (Conyza bonariensis) y Eleusine (Eleusine sp.). A nivel mundial destacan el cípero (Cyperus rotundus, de la misma familia que el coyolito o cyperus esculentus, que también se encuentra en esta lista), el capín (Eleusine indica), el pasto dentado (Echinochloa crus-galli) y el arrocillo (Echinochloa colona), entre otros.
La flora no deseada puede ser tanto pre-adaptada (ya presente en el área previo al cultivo y que persiste una vez que el terreno ha sido cultivado) o puede ser un caso de inmigración de especie exótica (que puede ingresar a un territorio a partir de la importación de animales o vegetales, entre otras razones). En ambos casos, puedes utilizar varios métodos para quitar la hierba no deseada: desde máquinas para desmalezar hasta químicos. Algunas opciones son:
¿Cómo erradicar las malezas?
Para las malezas que ya se han esparcido, se pueden utilizar métodos mecánicos o químicos. Dentro de los primeros se encuentran no solo la desmalezadora clásica, sino también aquellas que incluyen nuevas tecnologías para combatir las plantas no deseadas, como las máquinas que trabajan con descargas eléctricas, agua caliente, vapor a presión o aire caliente. Otras formas mecánicas de quitar flora indeseada no necesitan grandes instrumentos, ya que trabajan con quema, eliminación manual o destructores de semillas de maleza. Los métodos químicos (basados mayormente en herbicidas), por su parte, muestran efectos visibles rápidamente, pero deben ser tratados con sumo cuidado, ya que, al ser venenosos, pueden acarrear problemas para los cultivos y los consumidores. Otros factores a tener en consideración son el costo y que el uso periódico de químicos puede hacer que las plantas desarrollen resistencia al químico. En algunas oportunidades es posible utilizar el llamado método de control orgánico, que se vale de la fauna local (como las ovejas, ciertos escarabajos o ciertas polillas, bacterias u hongos) para combatir las hierbas indeseadas.
Para aquellos que todavía no han tenido este problema y quieren prescindir de las máquinas desmalezadoras, el primer paso es la prevención, es decir, generar las condiciones más adversas para la propagación de malezas. El control de semillas (que deben ser de alta calidad) resulta primordial en este apartado. Una vez realizado, dentro de este procedimiento (que recibe también el nombre de “método cultural de control”) también se incluyen las prácticas de rotación de cultivos (no utilizar el mismo sector de tierra para el mismo tipo de cultivo continuamente), reducción de espacios entre filas, la implementación de cultivos de cobertura (conocidos como abono verde o cobertura muerta, no solo erradican malezas sino que ayudan a mejorar la calidad del suelo) y la siembra superficial (que ayuda a que los cultivos crezcan a mayor velocidad que otras hierbas), la utilización de los sistemas de labranza adecuados (el método correcto y la profundidad ayudan a la reducción de cultivos indeseados) y la labranza para la preparación de cama de semillas, la solarización del suelo (el calentamiento solar elimina los matorrales), el manejo de sistemas de riego y drenaje (el riego por goteo, por ejemplo, favorece el crecimiento de cultivos, mientras el riego por aspersión favorece el desarrollo de flora no deseada), el manejo de residuo de los cultivos (que favorecen la propagación de malezas) y la plantación de especies que resistan mejor las plantas invasoras.
La observación durante todas las etapas de producción es también de suma importancia para detectar y controlar las malezas a tiempo, sea con control químico o con desmalezadoras mecánicas. Antes del periodo de siembra, cuando el terreno ha sido arado, es conveniente buscar rastros de hierbas malas. Durante el crecimiento de los cultivos, es recomendable medir según el índice de vegetación para determinar si hay un exceso o insuficiencia de desarrollo, ya que los matorrales pueden estar implicados en este fenómeno. Después de la cosecha, el color y la calidad de los productos también serán un factor a observar. Por último, las imágenes satelitales suelen ser de gran ayuda durante todo el proceso.
Si bien la flora indeseada puede revestir otros usos, como, en algunos casos, culinarios (por ejemplo, el diente de león, trébol o verdolaga), para el sector agropecuario pueden significar un retroceso en calidad o cantidad de productos a la hora de cosechar. Aunque hay métodos para erradicar la maleza ya crecida, también es importante tener en cuenta los métodos preventivos a la hora de preparar un terreno nuevo.