La ciudad de Mercedes vivió un encuentro inolvidable al recibir al Padre Pedro Opeka, el misionero argentino conocido mundialmente como «El Albañil de Dios» por su gigantesca obra humanitaria Akamasoa («buenos amigos») en Madagascar. Su visita, que tuvo lugar el miércoles 3 de diciembre en el Seminario Santo Cura de Ars (Calle 114 N°301), generó una convocatoria masiva, conmovida por el testimonio de un hombre que se dedica desde hace 50 años a trabajar «codo a codo con los más pobres».
La jornada central incluyó una Charla a las 17:45 hs seguida de una Misa a las 19:00 hs, donde el candidato al Premio Nobel de la Paz compartió su experiencia de transformar un basural de la capital malgache en una vibrante ciudadela de esperanza.
La esencia de su misión radica en la restauración de la dignidad, dejando de lado la caridad pasiva para enfocarse en tres pilares fundamentales: el trabajo, la educación y la vivienda digna.
Con el esfuerzo de los propios habitantes, Akamasoa ha construido miles de casas de material, escuelas y centros de salud, sacando a cientos de miles de personas de la pobreza extrema.
El impacto del Padre Opeka trascendió su inspirador relato. Testigos del evento destacaron su sorprendente humanidad y sencillez, reflejada en la permanente referencia a Dios ante cualquier halago, reconociendo que «la obra siempre es de Dios, no de nosotros». El momento más emotivo fue el acercamiento de la gente, muchos de los cuales buscaban tocar los flecos de su manto o ser bendecidos por sus manos, en una muestra de convicción popular que lo ha ungido como «un santo de nuestro tiempo».
El sacerdote vicentino cerró su mensaje con una poderosa reflexión: «Solo vamos a vivir una vez». Una frase que instó a los presentes a que su vida valga la pena, que sea para otros, siempre para los demás, y que resume su filosofía de vida y su incansable esfuerzo por demostrar que, con esfuerzo y fe, la pobreza extrema puede ser combatida.
