El Arzobispo Metropolitano de Mercedes-Luján, Jorge Eduardo Scheinig, instó a “darle un sentido a lo que estamos viviendo y ayudarnos unos a otros a saber cargar esta pesada cruz”, en la homilía que brindó ayer en la Basílica de Luján, en el marco de la Jornada Nacional de Oración por los fallecidos a causa de la pandemia de Covid-19.
Ante mil velas encendidas en la nave central del templo, en representación de las más de cien mil personas fallecidas en nuestro país por la pandemia, Scheinig llamó a “ayudarnos unos a otros a saber cargar esta pesada cruz, que a muchas familias las ha quebrado”.
“Quisiera poder trasmitirles tan siquiera un poco de esa fuerza transformadora que tiene la muerte del Señor sobre toda muerte. Sí, su muerte y resurrección transforman todo, porque Jesús es una Luz inagotable y una Fuente eterna en la que podemos encontrar un sentido nuevo tanto de la vida, como de la muerte”, expresó.
“Ciertamente es muy grande la pelea que se está dando para vencer al virus. Mucho se hizo y se hace en poco tiempo, contra reloj, especialmente por los trabajadores de la salud que se exponen en cuerpo y corazón y a los que sin duda, les estaremos eternamente agradecidos. Debemos sostenerlos con nuestra oración, aliento y compañía”, manifestó.
“Nos queda un sabor amargo que acentúa la injusticia de tantísimas muertes”.
“Pero son demasiados los fallecidos, personas inocentes, muchas de ellas jóvenes y algunas familias perdieron más de un ser querido. Nos queda un sabor amargo que acentúa la injusticia de tantísimas muertes. Tanto la politización de las vacunas, no tenerlas en tiempo y forma, como los mensajes anti-vacunas, mensajes negativos, llenos de confusión, oscuridad y odio, pueden estar en la causa de muertes evitables”, advirtió también el Arzobispo.
“Al final del calvario, Jesús entrega su espíritu en las Manos amorosas de su Padre Dios, con absoluta confianza. Estamos aquí haciendo lo mismo. Hacemos memoria de tantas personas que con mayor o menos conciencia se entregaron y ahora nosotros, confiados en nuestro Padre del cielo, también los entregamos a Sus Manos que llenas de amor cuidan de sus vidas para toda la eternidad.
Aquí estamos para entregarlos a la Vida. Confiamos que viven en Dios, que descansan en paz, que llegaron a la plenitud soñada y buscada en lo secreto de cada corazón”, concluyó.