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Dejar de ser espectadores

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Cenando con unos amigos, uno de los que estaban compartiendo la mesa en el momento de hablar cosas, de laicos y de curas, decía «yo voy a misa, acompaño a mi novia pero no me confieso, no comulgo». Y yo pensaba cuál es la situación en la que están muchas personas. Mucha gente no va a misa, algunos van a misa para acompañar a alguien y mucha gente no se confiesa. Y otra gente va a misa, no se confiesa y no comulga (mucha gente también valga aclarar va a misa, no se confiesa y comulga).

El santo tiempo de la Cuaresma es un tiempo para dejar de ser meramente espectador. No es lo mismo que cuando voy al cine, me siento y fui al cine, fui espectador, vi una película.

En la vida estamos invitados no a ser espectadores. Y en la misa como en la vida estamos invitados a ser actores, ni siquiera protagonistas, actores para participar, participar en plenitud. Estar, oír, cantar. Y sobre todo en el momento sublime del encuentro con Jesús, presente con su cuerpo, sangre, alma y divinidad.

Cuántas veces vemos pasar la vida como vemos pasar una película, como vemos pasar la misa. Somos meros espectadores.

Estamos invitados a ser actores, no meros espectadores.

Que en este santo tiempo de Cuaresma nos animemos a dar ese pasito y arrimarnos a una buena confesión.

La Virgen santísima de Luján los acompañe y bendiga.