(Cántico de Daniel. Capítulo 3)
El Cántico de Daniel es un texto bellísimo del Antiguo Testamento que junto a otros salmos se ha incorporado en el salterio, se reza el primer domingo del salterio y en las Solemnidades y fiestas, y así como invita a toda la creación a la alabanza al Señor, habla de aguas del espacio bendigan al Señor, lluvia y rocío bendigan al Señor.
El agua, lo que llamamos como el vital elemento, y hoy es el Día Mundial del Agua, y tan ligado a nuestra vida este elemento, y a la vida no solamente la vida física sino la vida espiritual. No en vano en el primero y más necesario de los Sacramentos, el Bautismo, se utiliza precisamente el agua. En la antigüedad era sumergiendo a la persona, en la actualidad alcanza y sobra con mojar la cabecita del niño bautizando y el adulto también de la catequesis de adultos, pero tiene que darse el signo: el gesto del agua que caiga, el agua que se derrama.
También en la celebración de la misa utilizamos el agua en diversos momentos. Cuando entramos y salimos de los templos, nos santiguamos y nos persignamos tomando agua bendita en la entrada de las iglesias, y el agua se asperge entre nosotros los domingos o cuando se hace una bendición.
El agua está siempre presente y qué importante es esto en el desierto cuaresmal, porque el agua viva no es sino de Jesús mismo, de quien de su costado brota Sangre y Agua, el costado abierto de Jesús.
Estamos en este viernes de Cuaresma, es bueno ir preparándonos para la noche de la vigilia de la Pascua, que da inicio después de la liturgia del fuego y de la liturgia de la palabra, la liturgia bautismal. Este gesto tan hermoso de renovar las promesas del bautismo y luego bendecir el agua nueva con la cual somos rociados en la asamblea.
El agua, este vital elemento. Este elemento que Dios no solamente ha creado sino que nos ha dejado en la Iglesia como sacramental. Qué buena la costumbre de tener en nuestra casa un poquito de agua bendita y acostumbrarnos a santiguarnos con ella, a la entrada o a la salida, y bendecir a nuestros hijos cada noche con un poquito de agua bendita.
El agua que fecunda, el agua que nos fecunda, el agua que en el desierto de la Cuaresma nos viene a hablar de la Gloria de la Pascua.
Que la Virgen Santísima de Luján te bendiga y que ella te haga revalorizar tu Bautismo, el primero y más necesario de los Sacramentos, con los cuales pasamos a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia.