Reflexionando, escribiendo, hemos recorrido algunas palabras que nos han servido para estos días. Por ejemplo marca, memoria, huellas, cicatrices, mojón o todas esas cosas.
Ha sido alguien que nos ha dejado, a quien no podemos decirle adiós, sino hasta pronto, porque era callejero por derecho propio, porque no era de acá ni de allá, dicen los poetas
Hasta pronto nos decimos, no decimos adiós y así es porque el que se va –si bien deja un lugar vacío– sabemos y tenemos la certeza de que vamos a volver a encontrarlo.
Estará recorriendo algún que otro almacén de almas, querido Alberto Cortez, que desde su Rancul natal deleitó al país, al mundo entero y como para no romper la rutina fue más valorado, más reconocido en el exterior, desde sus 25 ó 26 años que se fue hasta ahora, que ha vuelto a la casa del Padre.
Uno sabe que nos ha dejado, pero no ha pasado en vano. Ha dejado huella, ha dejado marca, ha dejado señal, ha dejado la vida, ha dejado un espacio vacío que no se puede llenar con la llegada de alguien que viene y canta exactamente lo mismo, no. No porque artistas de su talla solamente vienen cada tanto, así que lo despedimos con el agradecimiento a Dios por haber tenido el gozo de haberlo escuchado y habernos emocionado con él, y diciéndole como se le dice a los amigos: no adiós sino hasta pronto, en el almacén de almas en el cielo.