En muchas tiendas o grandes almacenes existe en algunas secciones lo que se llama «Mesa de saldos», que es distinto a los retazos, que son pedazos de tela que han quedado sin vender y que no alcanzan para muchas cosas. Los saldos se hacen normalmente al final de la temporada, cuando pasada esta temporada el comerciante para no dejarlos en el escaparate o dejárselos «de clavo» les pone un precio menor y salen a la venta.
Nuestro corazón muchas veces es una gran tienda, donde entran un montón de cosas, hay un montón de estantes, de escaparates de exposición, en nuestro corazón, en nuestra propia alma.
Pero hay una mesa, un rincón, donde muy pocas veces nos acercamos porque creemos que no es necesario, que tenemos todo.
El santo tiempo de la Cuaresma, el que estamos viviendo, y precisamente esta última semana antes de entrar en la Semana Mayor, es una buena oportunidad para arrimarse a nuestra mesa de saldos. Es decir ver en nuestra vida, no los grandes pecados, las grandes faltas –que no es necesario demasiado pensar demasiado, porque saltan a la vista solitos, los tenemos muy presentes a diario–, sino en la mesa de saldos, que son esas pequeñas faltas en las cuales no reparamos normalmente y que si hacemos una limpieza a fondo realmente debemos acercarnos y mirar.
Esa mirada desconfiada, esta palabra muy poco oportuna, ese silencio también poco oportuno, ese comentario torpe, en algún caso comentario soez, esa negligencia…
Aquí entrarían en esta mesa de saldos lo que decimos normalmente como «pecados de omisión». Decimos muchas veces, cuando rezamos en la misa, pecados de pensamiento, palabra, obra u omisión. La omisión precisamente entra en esta mesa de saldos, donde muy pocas veces reparamos, porque estamos ocupados de otras cosas que son más urgentes y tal vez más importantes, pero los saldos también están allí como estorbando.
Y estamos en época de liquidación. La gran liquidación de Semana Santa, la Semana Mayor.
Es bueno arrimarnos a esta mesa de saldos, de nuestro corazón, y ver qué es lo que podemos sacar, hacer circular.
Que nos pongamos con atención en esto, que trabajemos nuestro corazón y que saquemos esos saldos que están en todos.
Que la Virgen santísima de Luján te bendiga.