«Largada» es el cartel que flamea a modo de pasacalle en cualquier competencia, que como tal se precie. Si es un circuito cerrado del otro lado dice «llegada» y si es un circuito abierto el cartel de llegada se encuentra en otro lugar. Es el caso que nos ocupa, porque la Semana Santa a la cual arribamos con este domingo con el que iniciamos esta Semana Mayor al que se le llama Dominica in Palmis, Domingo de las Palmas, Domingo de Ramos, nos recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Esto es Jesús que como todo profeta llega a morir a Jerusalén, y llega con el libreto cambiado para quienes lo reciben porque esperaban que llegara en un gran carruaje y sin embargo llega montado en un burro. Y ya no es una corona de zafiros sino de espinas y no lo verán con un cetro y el orbe en la mano de oro sino con una caña, y no tendrá una capa de armiño sino un manto púrpura. Ya no vestirá las vestiduras de los reyes y príncipes sino la propia desnudez.
Nuestro Rey reina desde un madero, de allí que en el Domingo de los Ramos se lea La Pasión en la versión corta dejando La Pasión de San Juan, la versión larga, para el Viernes Santo.
Pero esta invitación es para todos, para dejarlo entrar. Como decía San Juan Pablo II «deja entrar a Cristo en tu vida, no te saca nada, por el contrario te da todo». Dejarlo entrar como viene, montado en un asno, que entre como Rey y Señor, para que esta semana no sea solamente dos manchones rojos en el almanaque sino que realmente sea santificado desde hoy Domingo de Ramos o Domingo de las Palmas pero que transcurramos el Lunes, el Martes, el Miércoles Santo, para encontrarnos el Jueves y el Viernes con los Misterios centrales que nos preparan y nos abren la puerta del Sábado de Gloria y el Domingo de la Pascua.
Depende de nosotros tomar la sortija de la reconciliación como reflexionábamos ayer, y entrar con palmas junto con Jesús a la Ciudad Santa para ser testigos del amor más grande. Porque dice Jesús que no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos y estamos invitados a ser testigos de esto.
Que no vivamos una semana más o una semana acotada a dos días, sino una semana de siete días. En la presencia de Cristo Rey nos acompañe la Virgen Santísima.
Feliz Domingo de Ramos, buena Semana Santa.
Que la Virgen de Luján los bendiga.