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Para que hagan lo mismo

Luego de haber transitado la Santa Cuaresma llegamos al Domingo de los Ramos y hemos dado inicio a la Semana Santa y así arribamos al Triduo Pascual, el centro neurálgico de toda la vida cristiana.

Es el Triduo Pascual que comienza con el Jueves Santo donde estamos invitados a reflexionar el Evangelio de San Juan, capítulo 13, el que finaliza diciendo: “Les he dado ejemplo para que hagan lo mismo”. ¿Y qué es lo que ha hecho Jesús? En medio de la cena donde estaba todo dispuesto para que se instituyese la Eucaristía y se instituyese el sacerdocio católico, el sacerdocio del servicio, Jesús lo quiere hacer no de un modo tan místico –si me permiten la expresión– quedándose con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en el pan y el vino, pero que es necesario toda esta elaboración teológica para realmente verlos. Nos da un ejemplo absolutamente concreto, absolutamente palpable: se ata una toalla en la cintura y colocando en una jarra agua le lava los pies a los discípulos uno a uno y se los seca con ternura. La liturgia agrega un beso en cada uno de los pies. Sea como fuese les ha lavado los pies.

Recordemos que el lavar los pies del que venía (eran caminos pedregosos, no había asfalto ni autopista, no había autos, venían caminando o en burro), entonces lo primero que se hacía cuando se llegaba a una casa era lavar los pies, pero era una tarea propia del sirviente. El sirviente era el que lavaba los pies de los invitados y cada uno se los secaba. Pero el sirviente solamente echaba el agua y Jesús no solamente lava los pies de los 12 sino que lo seca y estampa un beso en cada uno de esos pies, andariegos, de los 12. Incluyendo los pies de Judas Iscariote… Y termina este ejemplo tan palpable, tan vívido, tan real, diciendo he hecho esto yo que soy el Maestro y Señor, hagan ustedes lo mismo, lo que no significa que debemos andar por la vida con una palangana y una toalla lavando los pies a la gente. Alcanza y sobra con la actitud de ánimo de la escucha atenta, del saludo atento, de poner realmente atención cuando alguien habla de él, de estrechar la mano franca y firme no flácida y sin interés, de interesarme en el otro, de ponerme en el lugar del otro.

Lavar los pies no es sino ponerme en el lugar del otro. Lo ha hecho El para darnos ejemplo y si nos da ejemplo es para que lo sigamos. No existe el verdadero Jueves Santo, no existe Viernes, Sábado de Pascua mucho menos Domingo de Pascua si no hay una actitud de todos los días de lavar los pies los unos a los otros, en el servicio, desde el más cotidiano en casa hasta los más importantes, haciendo nuestro trabajo, lo que debemos hacer.

Que la Virgen Santísima nos ayude a vivir los misterios del Triduo de la Pascua, comenzando por este Jueves realmente con esta actitud de ser quien lave los pies a otro. Ella nos bendiga.