En los tiempos nuestros que corren, hablar de “rebaño” es hablar de animales, de manadas, de caballadas, de conjunto de animales, pero de rebaño de ovejas, normalmente de esas que son absolutamente mansas.
Por eso digo que hablar de rebaño es muy difícil porque precisamente en nuestros tiempos, parte de la famosa “Posmodernidad” o “Generación X” es el absoluto solitario, el individualismo, donde la autenticidad se confunde casi con un autismo adquirido.
Hablar de rebaño nos habla de conjunto.
Por otro lado nos dice la filosofía que el hombre es un ser sociable, un ser gregario. Entonces, ¿somos rebaño, gregarios y sociales, o somos individuales? El problema es cuando somos absolutamente rebaño, el comunismo a ultranzas –inexistente por cierto– o el individualismo a ultranza, esto es en términos políticos el liberalismo –absolutamente demodé y sin sentido–. Ambas cosas en sentido humanista o filosófico carecen de sentido.
El hablar de rebaño en términos religiosos nos habla de Jesús como cabeza de un cuerpo. La Iglesia a la cual ingresamos por el Bautismo y a la cual pertenecemos, con todas sus luces y todas sus sombras, tiene una cabeza y esa cabeza es el Papa. Esto no es un autoritarismo o una monarquía autocrática. Esta es una cabeza espiritual, una guía espiritual. Es el Papa, en comunión con sus presencias visibles: los obispos, los diversos sacerdotes, los catequistas o laicos comprometidos, que en comunión (común unión) siempre con el Papa, con el Pastor, nos hablan de unidad.
De allí que podemos llamarnos rebaño: rebaño de Cristo. La cabeza, el Pastor es Cristo. Quien nos conduce a fuentes tranquilas, a buenos pastos. Es decir a buena doctrina, a buen alimento, a buen reposo, a buen descanso. No a sobresaltos ni a locura. Cristo nos lleva a lugares de tranquilidad, que no significa de una paz de cementerio, tranquilidad que significa saber que se hace lo que se debe hacer aunque esto conlleve en algún caso zozobra o un enfrentamiento con alguien, pero sabiéndonos en comunión, en común unión con El, que es la cabeza de este rebaño.
Quiera Dios que nos sintamos siempre parte de este rebaño que es la Iglesia, cuya cabeza es Jesús, en la figura de Francisco, el querido Papa argentino
Que la Virgen Santísima nos acompañe a ser ovejas de este rebaño y que nos muestre el rostro amante de Jesús.