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La centralidad del hombre

Entre las visiones reduccionistas del ser humano, del hombre, está reducirlo a un elemento del mercado: la visión economicista, por la cual todo tiene precio y está en el mercado de oferta y demanda. Donde se está más pendiente de la suba o baja del dólar, del yen o de otra moneda extranjera en el caso de nuestro país, o de otros datos que no entendemos muy bien de que se tratan pero en las mesas de café opinamos: el merval, el riesgo país, etcétera.

Esto tiene que ver con toda una cultura en la cual estamos inmersos, que es la cultura economicista, donde pareciera que el hombre está al servicio del dinero, de la producción, al servicio del comercio, es decir del dar y el recibir. En definitiva, del negocio (nec otium), negocio, no al ocio, no al ocio creador. Ese es el origen de la palabra.

Por el contrario, la Iglesia nos invita a que en toda actividad donde el hombre tenga sentido, sea la cultura, el trabajo, el arte, la economía, la que fuese, incluso la producción, el comercio, el negocio, la empresa, la singularidad la debe necesariamente tener el hombre.

No en vano entre la gran gama de “ofertas” religiosas del mundo solamente la católica posee la Doctrina Social de la Iglesia. Es ella la que tiene todo un corpus definido sobre la economía y el lugar que cada uno de los elementos y factores debe ocupar. Y el hombre ocupa la centralidad.

¿Por qué hablamos de esta necesidad de regresar a la centralidad del hombre en toda relación? Porque un día como hoy, pero en 1770 nacía en la Ciudad de Buenos Aires don Manuel José Joaquín del Sagrado Corazón Belgrano, más conocido como Manuel Belgrano, Famoso por ser el creador de la bandera, el líder del Ejército del Norte. Pero muy pocos conocen que fue en su vida economista. Y hoy es el Día del Economista en nuestro país, en honor a su nacimiento.

Cuánto dista la idea de economía que tiene Belgrano en sus escritos, ponencias y en su vida, a lo que hoy se vive y celebra en su honor.

Qué bueno sería volver a esas inspiraciones, a eso que pensaba, a las ideas que tenía don Manuel Belgrano. El hombre en el centro. La centralidad del hombre en toda cuestión laboral, empresarial, económica y comercial.

Quiera la Virgen de Luján iluminar a quienes deben decidir estos temas que involucran nada más y nada menos que a todos en la Patria. Que volvamos a la centralidad, al menos como la pensaba don Manuel Belgrano, creador de la bandera y eximio economista.

Feliz día a quienes ejercen esta tarea en nuestra sociedad.