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Preparándonos “con carácter”

Es muy común que escuchemos “tal persona tiene buen carácter, buen talante”. De otra persona, cuando habla con rostro adusto, ceño fruncido, decimos “que mal carácter que tiene”. De otra persona, un poco más blanda y llevadera, decimos que “no tiene carácter”.

En realidad el carácter no es eso, esos son modos de ser o personalidades. El carácter es otra cosa. El carácter es algo que se tiene o que no se tiene. Carácter, caractus, tener firmeza, tener presencia, eso es carácter.

Hay sacramentos que imprimen carácter. Es decir que hacen que algo sea esto y no otra cosa, y que una de las características, –valga el juego de palabras– es algo que aparte de tenerse o no tenerse, permanece y es indeleble como un sello, como una marca. Esta es una de las características de carácter.

Los sacramentos que marcan de esta manera, a fuego, y que es una marca indeleble, una marca para siempre, según la doctrina cristiana católica, son el Santo Sacramento del Bautismo, de la Confirmación y del Orden Sagrado. Son los sacramentos que tienen que ver con el Espíritu Santo y que marcan absolutamente para toda la vida.

Podemos renegar de nuestra Fe pero cristianos vamos a ser toda la vida. Podremos no practicar la Fe pero por la Confirmación seremos soldados de Cristo toda la vida. Un sacerdote podrá pedir dispensa de los votos sacerdotales pero sacerdote va a ser toda la vida.

El Santo Sacramento del Orden, el Santo Sacramento de la Confirmación, el Santo Sacramento del Bautismo imprimen carácter, es decir una marca, una señal, un sello indeleble. Una marca absolutamente imborrable que permanece en nosotros para toda la vida.

A esto, que es un regalo, que es un Don, que es una presencia de Dios Espíritu Santo, no voluntariosamente, podemos agradecerlo y debemos sin duda alentarlo, pero así y todo sigue estando.

Distintos son los frutos. Los frutos son otra cosa. Los frutos del Espíritu son otra cosa. Los dones una vez recibidos no se quitan y mucho menos el carácter que alguno de estos dones imprime.

Que sepamos recibirlo al Don del Espíritu Santo y que agradezcamos a diario que tengamos el carácter dado por la Confirmación y por el Bautismo, y en el caso de algunos sacerdotes el Santo Sacramento del Orden Sagrado en el Sacerdocio y el Episcopado.

Esa marca, esa señal, esa preferencia para Dios, esa consecreator, consagración, que es para toda la vida.

Que la Virgen Santísima de Luján rece con y por nosotros.