Llegamos a este domingo 16, del tiempo ordinario, en el que estamos invitados a reflexionar, entre otras cosas, una bellísima lectura, en este caso el Evangelio de Juan capítulo 16.
Es la solemnidad de la Santísima Trinidad, por eso decimos Día del Padre, y entre paréntesis Dios. Porque civilmente celebramos el Día del Padre.
En algunos lugares somos muchas las personas que seguimos “luchando” para que el Día del Padre sea considerado el 24 de agosto, día del nacimiento de Merceditas y por lo mismo día del padre. Pero, sea como fuese, hoy es el día del padre.
Y es bueno unir estas dos festividades. Porque el amor de Dios nuestro Padre se manifiesta en la obra creadora, en su obra redentora por medio del Hijo y en su obra santificadora por medio del Espíritu. Y también la obra del padre humano se manifiesta o debería hacerse a partir de las obras de sus hijos.
Hay palabras muy devaluadas, en el día de la fecha, donde títulos que se consiguen por piedad o por estudio, son vilipendiados por alguna torpeza humana: médicos que están acusados de distribución de pornografía infantil; el mismo clero involucrado en casos de pedofilia; padres acusadores y maltratadotes; la figura del padre, de la autoridad, está muchas veces desdibujada. Sin embargo siempre es bueno no solo mirar la referencia sino fundamentalmente, como decimos en metafísica, el sumo analogado. Y el sumo analogado de la paternidad no es sino Dios. El es el ejemplo, como Padre, la figura, la persona en quien debemos fijarnos que cosas deben ser y como debe actuar un padre.
Que de esta manera, mirando a ese Padre bueno, sepamos disculpar los errores de quienes nos han dado malos ejemplos, condenarlos si son delitos, pero siempre con misericordia. Y buscar los buenos ejemplos, para en el momento de tener que darlos, poder dar el ejemplo, la palabra, la obra, como lo hizo Dios nuestro Padre del cielo.
Y que en ese andar, de búsqueda de la voluntad del Padre, como siempre nos acompañe la Virgen Santísima de Luján, hija dilecta de Dios Padre, porque va a ser la Madre amorosísima de Dios Hijo y de esposa fiel del Espíritu Santo.
Que Ella nos muestre otra vez el rostro de Jesús, cuya paternidad comparte con Dios Padre. Que Ella nos bendiga.