Tal vez la primera impresión que nos da el título, “El valor de lo secreto”, es pensar en algo oscuro, tenebroso, escondido, para una elite. En realidad queremos referirnos al contexto del Evangelio de Mateo, capítulo 6, versículos 1 hasta el 18, partido en tres, donde Jesús vuelve a comprar las actitudes del mundo, del fariseismo, y las que El quiere. Viene a hablarnos algo que solamente el Padre que ve en lo secreto puede valorar.
A lo que el Señor hace referencias y queremos reflexionar es al valor de lo secreto cuando oramos, cuando damos, cuando ayunamos. Seguir diferenciando las actitudes del mundo de las actitudes nuevas que Cristo nos invita a tener.
El viene a decirnos que todo tiene que ser hecho en lo escondido, con sobriedad, discreción, en el secreto: y el Padre de los Cielos, que ve en el secreto, lo ve y lo recompensa.
Qué difícil es en esta época que vivimos en “la vidriera”, época de mirar y ser mirado, en que nos gusta mirar y ser visto, por supuesto en nuestras cosas buenas. El hijo de la luz actúa siempre en la luz.
Pero hoy estamos invitados a la modestia, a la discreción, a la mesura. Y el Padre que ve en lo secreto, en lo pequeño, lo va a recompensar.
Y si de pequeñez hablamos, hablamos de María Santísima de Luján. Porque ella dice Canta mi alma, la grandeza del Señor. El miró la pequeñez de su Servidora, que la hace estar atenta a las necesidades de la Humanidad y como mediadora de todas las gracias.
Que también nosotros –con sencillez y buscando lo escondido, lo secreto– sepamos dar frutos en abundancia.
Que la Virgen de Luján te bendiga.
