Es bueno hacer un recuento de lo que hemos vivido en estos últimos domingos. Todas fiestas que han tenido la centralidad en la Divinidad, sea de Dios Espíritu Santo, o del Cuerpo y la Sangre de Jesús.
En ambos casos en este recuento ha sido un volvernos a mirar a nosotros mismos, una invitación a mirar los dones y frutos del Espíritu Santo en nuestras vidas, y también cómo ese Pan de Vida, ese hacerse cargo porque primero lo hemos decidido tras habernos alimentado, y eso hacerlo realmente vida.
Es bueno que antes de entrar en el tiempo ordinario, y coronando estas fiestas, hagamos un repaso. Hemos recibido la efusión de Dios Espíritu Santo, con sus dones y regalos, para dar frutos. Uno de esos frutos es haberse quedado en la Eucaristía, la que hemos celebrado de modo particular, para que recibiéndola también nosotros lo demos a El a los demás, haciéndonos cargo de lo que le pasa al otro, poniendo la oreja, tendiendo la mano, dando el primer paso, siempre yendo al encuentro.
Quiera la Virgen de Luján que, acompañándonos, no sólo recordemos lo celebrado y vivido, sino que lo llevemos a la práctica.