Jesús viene a plantear diferencias, que son de raíz absolutamente. Diferencias que son claras para delimitar con estas actitudes lo que es la antigua ley, el cumplimiento por el cumplimiento mismo, y una actitud de corazón.
¿Por qué tus discípulos no ayunan?, que era una de las costumbres que tenían los judíos. Y Jesús dice que no es lícito que los amigos del novio ayunen mientras el novio esté presente. Ya vendrá tiempo para que esto acontezca.
Y aprovecha para decir esta enseñanza: A vino nuevo, odres nuevos, a un vestido nuevo, un remiendo de tela nueva.
Es decir algo nuevo que El viene a traer, que es el amor al prójimo por sobre todas las cosas, el amor a Dios sobre todo, y el amor a uno mismo. Esto es lo nuevo, la novedad, que necesita un continente nuevo, un corazón nuevo. Jesús apunta a un cambio de corazón, un cambio de mentalidad. Al decir de San Pablo, una metanoia, un cambio de mentalidad.
Y estamos invitados a esto. No alcanza con la figura del cumplimiento. Cumplo y luego miento. Sino que es necesario todo un cambio, una actitud que nos de vida nueva, porque lo que recibimos es nuevo. El mandamiento es nuevo. Ámense los unos a los otros, como yo los he amado. El ha puesto la medida del amor.
Que la Virgen Santísima de Luján, en este sábado que como todos los sábados se lo dedicamos, nos ayude a comprender cuál es la verdadera medida del amor, y qué es necesario sacar de lo viejo de nuestros corazones para llenarlo de cosas nuevas para que la novedad del Evangelio llegue, llene y cale profundo. Que ella te acompañe y te bendiga.