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¿Quién es mi prójimo?

En este domingo 14 de julio nos encontramos reflexionando el Evangelio de Lucas versículos 25 al 35 del capítulo 10. Es el conocido texto o párrafo del buen samaritano. Donde salta la pregunta “¿Quién es mi prójimo?”. Y Jesús no tiene mejor forma de ejemplificar quién es sino a partir de esta parábola.

Una parábola es una enseñanza que se hace a partir de un hecho imaginario. Jesús toma esa historia para darnos una enseñanza: quién es el prójimo.

Dicen que junto a este señor que ha sido asaltado, maltratado y abandonado en el camino, han pasado distintos personajes muy conocidos: un doctor de la ley, un levita, un publicano, que no son don nadie sino que tienen cierto renombre dentro de la comunidad.

Entre el pueblo de Israel existía un cierto encono con los habitantes de Samaría, y sin embargo Jesús a propósito pone como ejemplo de buen prójimo a un samaritano, que también acierta a pasar por ese lugar y es quien socorre al malherido, venda sus heridas y lo lleva a un albergue y pide que lo cuiden.

¿Cuál es la enseñanza de todo esto?

Por un lado no hacernos los distraídos cuando podemos no solamente decir qué barbaridad, tal o cual cosa, sino una caridad que no pasa por las manos o por el bolsillo, que es muy romántica pero no sirve. Tiene que pasar necesariamente la caridad por hacer algo por la otra persona.

Y por otro lado, el bien puede venir de los menos pensados. De los samaritanos al menos el pueblo de Israel no esperaba nada. Jesús toma el ejemplo para decir que el bien viene de todos lados.

Como decía mi abuelo: hasta un reloj roto al menos dos veces al día da bien la hora.

Por un lado, hermanos, no le saquemos el cuerpo a hacer el bien, y no nos sorprendamos –por otra parte– cuando alguien hace el bien y es el menos pensado.

Que la Madre de Dios, la Virgen de Luján, nos conceda un domingo en familia, con amigos o solos, pero siempre con Jesús en el corazón.