Jesús es muy consciente de que su misión es venir y enseñar, pero que esa enseñanza que El hará se prolongue en el tiempo, y esa prolongación no será sino a partir primero de los 12 apóstoles, y luego de los apóstoles de los apóstoles, extendiéndose hasta nuestros días en los catequistas, quienes proclaman la palabra de Dios, los sacerdotes, los obispos y el Santo Padre, como cabeza de la Iglesia y primer misionero.
Pero Jesús antes de la misión va dando instrucciones y no juega a escondidas sino que pone condiciones. El que no me ama no es digno de mí. El que busque salvar su vida la va a perder. Son instrucciones que da Jesús. Y sigue diciendo El que sea recibido como un profeta tendrá la recompensa de un profeta, pero el que los recibe en mi nombre, ese va a recibir la vida eterna.
Jesús da estas instrucciones a los 12 apóstoles y los envía. Pero no los manda sino haciendo El lo mismo.
Termina el texto del Evangelio de Hoy, que es de Mateo, capítulo 10 versículos 34 al 11, termina diciendo que el parte de allí, deja a los apóstoles, para seguir anunciando el Reino por toda la región. Pero con consignas muy claras.
Cuántas veces ponemos condicionamiento para hacer el bien o para mostrar el ser cristiano.
Cuántas veces amamos cosas que no son necesariamente malas pero que no son Dios.
Jesús es muy claro: Quien ama más a estas cosas antes que a mí, no es digno de mí.
Son palabras duras pero no imposibles. Jesús no pide cosas imposibles. Tal vez sí cosas difíciles pero no imposibles.
Quiera la Virgen Santísima de Lujan darnos un corazón atento para que día a día aprendamos a amar a Dios, a seguir a Jesús como El quiere ser amado y como quiere ser seguido.
