Cuánto difieren nuestros conceptos de grandeza, autoridad, importancia, a los criterios de Jesús. El dice en el Evangelio de San Mateo, capítulo 11 versículos 25 al 27, Te alabo Padre, porque has ocultado estas cosas a los que se creen sabios y prudentes y las revelaste a los pequeños.
Es decir que la clave está en hacerse pequeño. Si somos capaces de hacernos pequeños podemos descubrir la grandeza de Dios. Cuando nos hacemos pequeños, como María, que dice Mi alma te canta, Señor, porque miraste la pequeñez de tu servidora.
Si nos hacemos pequeños delante de Dios y ajustamos nuestros criterios a los de Dios, cómo cambia nuestra vida. Nuestra vida de ver al otro, la vida de relacionarme con mi hijo, mi hija, mi mujer, con mi compañero de trabajo, con mi vecino…
Cuando me hago pequeño comienzo ya no a ser el que manda sino el que sirve.
Cuando me hago pequeño ya no soy tanto el que tiene la última palabra sino el que fundamentalmente escucha y puede, llegado el caso, brindar una opinión.
Cómo nos cuesta hacernos pequeños. Cómo nos cuestan los criterios de Jesús.
Quiera la Virgen Santísima enseñarnos a todos la pequeñez que tuvo Ella para también nosotros, en nuestra vida, ser lo que Jesús quiera. Conocer al Padre. Porque conocemos al Padre porque Jesús nos lo ha querido revelar. Que así sea.