Esta breve página de hoy en lugar de llamarse “El Sembrador”, debería llamarse “Las semillas”. Póngale usted el titulo que desee.
En realidad el Sembrador siempre lo decimos en referencia Jesús que siembra en la Viña del Señor.
En este campo del Señor donde los obreros son pocos y la cosecha es mucha, este Sembrador sale a sembrar la buena semilla, que cae en diversos lugares. El Evangelio de hoy, Mateo capítulo 13 versículos 1 al 19, termina diciendo que otras cayeron en tierra buena y dieron frutos. Dieron frutos, como en otros tantos, en San Francisco Solano, que hoy celebramos y saludo a todos los Franciscos, y a todos lo que en la Iglesia realizan una tarea misionera, de llevar la virgen de casa en casa, de misionar como hacen los jóvenes en estos tiempos de vacaciones. Hoy es San Francisco Solano, que siendo de origen europeo termina por estas tierras predicando. No en vano en su imagen tiene el violín, con el cual llegaba a sus oyentes predicando. Algunos hasta se aventuran a decir que el violín está tan arraigado en el norte y en Santiago del Estero por la influencia misionera de San Francisco.
Pero como fuese las semillas que el Señor siembra y ha sembrado caen en diversas tierras. La tierra no es sino nuestro corazón. Y las semillas de gracia que caen a diario son bien recibidas, echan pocas raíces y se ahogan a partir de preocupaciones cotidianas, dan frutos escuetos, o por el contrario calan profundo y a pesar de estas heladas permanecen firmes sus raíces y frutos dándose en generosidad.
La buena semilla es la esparcida por Jesús, la tierra es nuestro corazón.
Lo que garantiza el Señor Jesús es la semilla y su siembra, corre por nuestra cuenta el rinde. Esa es nuestra libertad.
Que la Virgen Santísima de Lujan nos ayude a dar el 101 por ciento en frutos.