Hoy martes 6 celebramos esta fiesta solemne de la Transfiguración del Señor. Cuando Jesús aparta de un lugar un poco más distante del resto de los 12 a tres discípulos (Pedro, Santiago y Juan) y delante de ellos se transfigura, toma su cuerpo el modo que tendrá luego de resucitado: un cuerpo lleno de luz, luminoso.
Y mientras esto acontece, con el milagro de la nube que los cubre, se escucha una voz que baja del Cielo: “Este es mi hijo muy querido por quien tengo toda mi predilección. Escúchenlo”
La clave del seguimiento de Jesús está no solo en contemplar su transfiguración sino en escucharlo. Y al escuchar a Jesús nuestra vida se va transformando. Escucharlo nos lleva a abrirnos al modo de vida que nos enseña, que nos trae, y nuestra vida de modo adelantado se va transfigurando como fue la transfiguración de Jesús.
No podemos no recordar hoy el padecimiento de quien fuera en vida Pablo VI, quien tanto amó a la Iglesia y la condujo al Concilio Ecuménico Vaticano II. Pidió morir un día como este y el Señor lo escucha y muere el Día de la Transfiguración, adelantando así lo que sería luego la glorificación en los altares del Siervo de Dios Pablo VI.
Lo recordamos hoy en el Día de la Transfiguración, pidiéndole al Señor también nosotros por la intercesión de la Virgen Santísima de Luján, que nos bendiga y seamos capaces de escuchar a Jesús e ir transformando nuestra vida a sus enseñanzas.