Jesús pregunta a sus discípulos –según lo relata el Evangelio de Mateo capítulo 16, versículos 13 al 23, en este jueves 8– ¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Qué dicen sobre el Hijo del Hombre?
Y frente a la respuesta de varios de los discípulos, es la definición que da Pedro: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Y esto que es como una declaración de Fe de Pedro sobre la persona de Jesús, tiene como contrapartida esta alabanza: Feliz de ti, Simón, porque esto no te lo ha revelado la carne (es decir que no le viene de herencia ni porque lo ha aprendido), sino el Espíritu Santo. Vos sos Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
Qué cosa hermosa es no solamente la Fe de Pedro sino cuando dice sobre vos, que sos la piedra, voy a edificar mi Iglesia. No le dice voy a edificar una iglesia más, le hablas sobre su convencimiento para edificar su Iglesia.
Qué hermoso es saber que nuestra Fe cristiana y católica se afirma no en alguna revelación de algún hombre, la ocurrencia o el enojo de alguna persona con alguien, sino que nuestra Iglesia se fundamenta en la Fe de Pedro. Y Jesús funda su propia Iglesia sobre la Fe de un hombre. De allí que esta Iglesia nuestra sea santa y pecadora. Santa por su fundador, pecadora por las propias bases. Porque este mismo que dice sos el Mesías, va a decir después no lo conozco.
Pero así y todo, en esas luces y sombras, en esas dudas, Dios quiere erigir, afirmar, asentar, su Iglesia, que perdura en nuestra Iglesia Católica, cuya cabeza hoy es Francisco.
También hoy, 8 de agosto, no podemos sino alegrarnos de la Fiesta de Santo Domingo Guzmán. Fundador de la orden de los frailes predicadores, por quien tenemos una especial devoción. El señala aquello de dar a los demás de lo contemplado y nos enseña a todos a confesar a Jesús como Mesías y darlo a conocer a los demás.
La Virgen de Luján te bendiga.