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La Virgen Asunta a los Cielos

Celebramos hoy, 15 de agosto, la Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen en Cuerpo y Alma a los Cielos. Así como está la Ascensión del Señor, donde Jesús asciende por sus propios méritos, María es asunta, es decir es llevada en mérito a lo que ha sido.

Nos dice la enseñanza de la Iglesia que habiendo culminado su paso por la Tierra María Santísima es llevada en Cuerpo y Alma a los Cielos, a la presencia de Dios. Y luego la Piedad y la tradición de la Iglesia nos regala ese quinto misterio de Gloria: María coronada como Reina y Señora de toda la Creación.

Esto no figura en la Palabra de Dios pero está en la tradición de la Iglesia desde siempre. El tratamiento de especial delicadeza a la Virgen Santísima.

No repugna para nada al pensamiento filosófico y cristiano que aquella que fue preservada de pecado original en mérito a la sangre redentora de su Hijo, y lo que celebramos el 8 de diciembre, la Inmaculada Concepción, encuentre su corolario en la Asunción. Porque en realidad la muerte como el dolor en el parto son condenas propias del pecado original.

Y si decimos que María es sin pecado concebida lo lógico es que no conozca la corrupción del sepulcro y sea llevada a su Hijo en Cuerpo y Alma. Este es uno de los últimos dogmas que la Iglesia ha declarado como tal.

Que Jesús vaya a la presencia del Padre y del Espíritu en su Ascensión, es lo lógico, es su lugar natural. El Ubis Naturalis, al decir de San Agustín, pero que la Santísima Virgen esté en presencia en Cuerpo y Alma en los Cielos no es su lugar natural. Pero por Gracia de Dios asciende a los Cielos, y está asociada así al triunfo de su Hijo. Es a lo que estamos llamados nosotros que somos de esta Tierra, a recorrer el mismo camino de la Virgen Santísima. Porque siendo humana la Virgen Santísima ha tenido este privilegio de ser llevada a la Presencia de Dios en Cuerpo y Alma, y esto es a lo que estamos invitados a lo largo de nuestra vida.

Que la Virgen Santísima, asunta a los Cielos, nos sostenga a nuestra oración, pensando a lo que estamos invitados nosotros en el final de nuestra propia película.